viernes, 1 de abril de 2011

Bunyesc en las alturas

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2.400 metros de altura, una semana de construcción y dos horas para llegar caminando hasta la carretera más cercana. La arquitectura del ilerdense Josep Bunyesc podría ser de libro Guinness. Pero el mayor de los récords sería su bajo consumo energético.
  Tras levantar la primera casa pasiva en España, su propia vivienda en Lérida, el arquitecto culminó la ampliación de este Refugio Colomina. Se trata de la remodelación de una vivienda de 1917, la Casa Keller, a la que da nombre el ingeniero alemán que firmó la primera obra hidroeléctrica en España. En el macizo Encantats de Pallás, en el Parque Nacional de Aigües Tortes, la mayor zona lacustre del Pirineo, con más de 24 lagos, recibe con frecuencia la visita de excursionistas que realizan la Travesía Pallars-Ribagorça-Arán. Desde 1985 la antigua vivienda del ingeniero alemán comenzó a utilizarse como refugio para excursionistas. Pero era preciso aclimatarla y dotarla de un sistema de calefacción sostenible en el que el calor del sol pudiera alamacenarse para que el refugio funcionara con nulo consumo energético y mínimo mantenimiento. Bunyesc echó mano de las tres reglas básicas que aprendió cuando realizó un máster de arquitectura sostenible en la universidad de Louvain, en Bélgica.
Lo primero es captar el sol. A ello contribuyen los grandes ventanales, las aberturas para que entre el calor que luego deberá mantener la inercia de los materiales. Esas zonas abiertas están protegidas para repeler el sol y evitar el sobrecalentamiento en verano. Con el sol dentro, es preciso mantener el calor. De ahí que el aislamiento (en este caso con paneles de madera de alerce sin tratar y lana de ovejas de la zona para el aislante interno) sea el segundo paso. El tercero es la ventilación. Se trata de renovar el aire sin perder el calor abriendo las ventanas.
Con ocho paneles de fachada y cuarto de cubierta, Bunyesc realizó un trabajo milimétrico en un aserradero local. El alerce sin tratar envejecerá hasta adquirir el tono gris del hormigón.
Prefabricado ligero, montaje rápido sin huella y materiales locales reciclables. La arquitectura de Bunyesc no es revolucionaria, pero abre puertas. Atraviesa un umbral que, en España,  a pocos arquitectos les ha interesado cruzar.
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