miércoles, 23 de febrero de 2011

Edificios adaptables

Nuestra civilización basada en la tecnología ha ampliado su capacidad de creación de riqueza hasta el punto de convertirse en su propia barrera. Finalmente, nos vemos obligados a admitir la finitud de nuestro planeta. Nuestro mundo se ha encogido hasta convertirse en esta "nave espacial llamada planeta Tierra" única, frágil y compartida. Ahora, toda nueva empresa debe incluir una reflexión adicional sobre sus posibles consecuencias ecológicas.
Las ciudades son un conducto fundamental de nuestro consumo mundial de energía, aire y agua. Los edificios consumen energía y contaminan durante su ciclo de vida (así como durante su fabricación y construcción). La sostenibilidad ecológica de nuestra civilización depende de nuestra capacidad para encontrar formas más inteligentes de aprovechar y utilizar los recursos finitos de nuestro entorno natural.
Esta necesidad supone una nueva limitación para el diseño de nuestro entorno construido, no solo en relación con la nueva tecnología y las soluciones de ingeniería innovadoras, sino también en cuanto al orden arquitectónico y la expresión estilística. La tarea consiste en crear ciudades que se adapten de manera sostenible al entorno natural sin detener el desarrollo cada vez mayor de nuestra civilización.
El avance cultural tiene que continuar. Esto no es solo un fin en sí mismo, sino una necesidad para nuestra supervivencia prolongada en la nave Tierra. La constante innovación tecnológica es una condición previa para nuestra capacidad de determinar nuestra sostenibilidad ecológica continuada. Por tanto, el endurecimiento de las restricciones ecológicas que nos imponemos a nosotros mismos a la hora de diseñar las ciudades no debe limitar la vitalidad y productividad de los procesos vitales que albergan.
Las ciudades deben seguir ofreciendo unas condiciones de vida que favorezcan el trabajo innovador. Antes de que podamos abordar de lleno la cuestión de cómo optimizar nuestras ciudades desde el punto de vista de la ingeniería medioambiental, debemos responder primero a la pregunta de qué patrones y arquitectura urbanos tendrán más posibilidades de vitalizar y potenciar la vida productiva y los procesos de comunicación de los que depende todo lo demás.
Esta pregunta guarda relación con la competencia fundamental y la función social imperecederas de la arquitectura, es decir, ordenar y enmarcar la comunicación social mediante el diseño innovador o adaptable del entorno construido. La comunicación social requiere instituciones y las instituciones requieren marcos arquitectónicos.
Las instituciones y los patrones de comunicación habituales de la sociedad han experimentado cambios trascendentales durante los últimos 30 años. La comunicación social se ha dinamizado, diferenciado e intensificado. Los estáticos principios organizativos de la "sociedad de masas fordista" (bautizada así por la producción industrial en masa de Henry Ford) -separación, especialización y repetición en masa- han sido sustituidos por los principios dinámicos de la autoorganización de la sociedad en red posfordista: variación, especialización flexible e interconexión. Como consecuencia, el urbanismo (la zonificación) y la arquitectura (la monotonía serial) modernistas han experimentado una crisis mortal.
Las crisis ecológicas, socioeconómicas y urbanas de los años setenta pusieron de manifiesto las limitaciones inherentes a los modelos lineales de expansión característicos del fordismo. La pertinente respuesta teórica se desarrolló en forma de analítica de la teoría de la complejidad y sistemas autorreguladores simuladores que iban desde mecanismos simples de retroalimentación mediante organismos hasta ecosistemas capaces de evolucionar.
Los mismos recursos teóricos y técnicas informáticas que permiten a los meteorólogos reconstruir y predecir los sistemas meteorológicos mundiales y a los científicos especular sobre el clima cambiante de la Tierra están al alcance de los urbanistas y arquitectos contemporáneos en su esfuerzo por hacer frente a los retos planteados por la reestructuración socioeconómica posfordista en curso. La tarea consiste en proyectar el crecimiento y la transformación de las ciudades como un proceso basado en normas y en gran medida autorregulado que se "diseña" mediante algoritmos genéticos que conllevan tanto procesos generativos como criterios de selección incorporados.
El posfordismo exige patrones de ordenación espacial nuevos, más variados, complejos y densamente integrados que sean inherentemente adaptables. Desde un punto de vista retrospectivo, el posmodernismo (años ochenta) y el deconstructivismo (años noventa) podrían entenderse como los primeros pasos en esta dirección. Pronto fueron sustituidos -y sus adquisiciones parciales de conocimientos y sus descubrimientos fueron conservados y elaborados- por un nuevo y poderoso paradigma y un estilo que prometen liderar una nueva ola de investigación e innovación en el campo del diseño: el parametricismo.
El parametricismo está cobrando impulso para convertirse en el primer estilo unificado mundial que puede y debe sustituir al modernismo como estilo creíble y capaz de hacer época. El parametricismo se enfrenta a ambos, a los vestigios que quedan de la monotonía modernista y al caos urbano que ha surgido como consecuencia de la desaparición del modernismo, con un orden complejo y abigarrado inspirado en los procesos autoorganizadores de la naturaleza.
La premisa del parametricismo es que todos los elementos urbanos y arquitectónicos deben ser paramétricamente adaptables. En lugar de ensamblar figuras geométricas rígidas y herméticas (como han hecho todos los estilos arquitectónicos anteriores), el parametricismo introduce elementos maleables en un juego dinámico de receptividad mutua y de adaptación contextual. Los procesos clave del diseño son la variación y la correlación. Todo componente de la arquitectura debe interconectarse con todos los demás aspectos del diseño y tener un efecto en ellos. Esto debería tener como consecuencia una intensificación generalizada de las relaciones que enriquecen y dan coherencia, y facilita que los usuarios comprendan la arquitectura y se muevan por ella.
El reto ecológico al que nos hemos referido antes se encuentra entre los acontecimientos definitorios de nuestra época. Su impacto en la arquitectura y el urbanismo contemporáneos solo se ve superado por el reto planteado por la dinámica y la complejidad de la sociedad en red posfordista. De hecho, el paradigma general de los "sistemas ecológicos" se aplica a ambos y se acepta como paradigma fundamental del parametricismo.
Los mismos conceptos, técnicas y herramientas de diseño del parametricismo que permiten a los arquitectos contemporáneos aumentar la complejidad del entorno construido pueden también optimizar las formas arquitectónicas desde el punto de vista de los criterios de comportamiento ecológico. Las variables pueden programarse para responder a los parámetros medioambientales.
Por ejemplo, los datos de una tabla de exposición al sol que mapee la intensidad de la radiación solar a la que estaría expuesto un edificio durante un periodo de tiempo dado pueden proporcionar los parámetros necesarios para el diseño del sistema de sombreado del edificio. A medida que estos elementos de sombreado envuelven la fachada del edificio, la distribución espacial, la forma y la orientación de los elementos individuales del sistema de sombreado se transforman y se adaptan gradualmente a las condiciones de exposición específicas de su correspondiente ubicación en la fachada. El resultado es una fachada con un patrón en continuo cambio que optimiza la protección solar. Al mismo tiempo, esta modulación adaptativa confiere al edificio una estética orgánica que está directamente relacionada con su contexto, lo que ayuda a los usuarios a comprender mejor el entorno urbano.
La neutralidad y monotonía desorientadoras y genéricas del modernismo dan paso a la elocuencia ecológicamente adaptable del parametricismo.
Varios proyectos realizados en España por Zaha Hadid Arquitectos han empleado los principios del diseño paramétrico y son extremadamente populares entre los ciudadanos españoles y los medios de comunicación de todo el mundo. La cálida acogida que han tenido obras como el Pabellón Puente de Zaragoza se debe en gran medida al reconocimiento por parte de los ciudadanos de las formas fluidas y hermosamente orgánicas de estos edificios.
Nuestro innovador diseño del edificio Torre Espiral en Barcelona está ahora en construcción. Entrelaza las ciudades vecinas de Barcelona y Besòs, y crea una nueva infraestructura que es una empresa conjunta de las dos ciudades y dos clientes: El Consorci, Zona Franca de Barcelona y el Campus Interuniversitari del Besòs. El diseño articula la transición entre el foro y el campus, y une los dos, lo que fomenta la perfecta integración de las distintas zonas de alrededor.
Actualmente estamos trabajando en un proyecto muy interesante para el Parque Central de Valencia que tiene elementos del parametricismo en su diseño. Es un proyecto importantísimo para el centro de la ciudad, con muchos requisitos especiales que hay que tener en cuenta. El trabajo paramétrico nos ha permitido configurar un sistema que permite que el diseño salve la distancia que hay entre los elementos vivos del parque y su contexto urbano, creando relaciones contextuales muy sólidas que "incrustan" el diseño en el entorno urbano único de Valencia.


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