jueves, 19 de mayo de 2011

Chicago: el hechizo de la arquitectura

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Su perfil urbano es tan popular como el de Nueva York. Chicago es uno de los mejores ejemplos de ciudad geométrica, metálica y acristalada, un destino indispensable para fanáticos o estudiosos de la arquitectura o, simplemente, para aquellos que quieran descubrir una ciudad vertical y mastodóntica, pero también divertida y llena de alicientes culturales. Porque además de su intimidatorio paisaje arquitectónico, Chicago ofrece estupendas dosis de arte universal y del genuino estilo de vida americano… No en vano se encuentran en la cuna del jazz y comprobarán lo que eso significa cuando entren en alguno de esos bares que amenizan el momento con música en vivo.
La búsqueda de panorámicas nos conducirá hasta el mirador de la torre Sears (o torre Willis, 442 metros de altura) y nos hará recorrer el pasillo elevado del rascacielos John Hancock Center, un edificio que por suerte estará mucho menos concurrido que el anterior. En su planta 95 se localiza su Signature Room, un buen lugar para disfrutar de una puesta de sol y la vista del lago Michigan.
Aún queda rendir culto a Frank Lloyd Wright, uno de los padres de la arquitectura moderna. Para ello tienen que visitar el distrito histórico de Oak Park, donde se encuentran su casa estudio y algunos de sus edificios más emblemáticos, como el Unity Temple, una iglesia protestante cuyo interior es una magistral lección de geometría; y la famosa casa Robie, exponente de vivienda ideal.
Apunten dos museos: El Art Institute y el famosísimo Museo Field de Historia Natural. El primero reúne cotizados cuadros impresionistas (entre ellos uno de los cuatro Nenúfares de Monet), mientras que el segundo exhibe la historia de la vida en la Tierra desde sus orígenes. Es el hogar de «Sue», ese gigantesco esqueleto de Tiranosaurius Rex reproducido en miles de libros.


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