lunes, 31 de octubre de 2011

La arquitectura de Català-Roca

Aún puede visitar en la Pedrera la exposición de Francesc Català-Roca, un documento importante para la interpretación de una generación de fotógrafos catalanes, de la que Català-Roca es una figura señera, un maestro en la descripción de los ámbitos urbanos, explicados con el humor y con el amor de quien entiende la algazara popular como un ingrediente vital del escenario plástico. Este tipo de descripción es común a esa generación -Miserachs, Maspons, Colita, etcétera- y la podríamos relacionar con dibujantes noucentistas como Apa, Junceda y, sobre todo, Xavier Nogués. Los grabados de La Catalunya pintoresca tienen el mismo impulso cultural que estas fotografías urbanas a un tiempo sarcásticas y tolerantes. La arquitectura de Català-Roca_MEDIA_2
PERICO PASTOR
Es un acierto haber dedicado una sección de la muestra a la arquitectura contemporánea. Él fue un especialista conspicuo de la misma y el creador de un sistema -e incluso un estilo- que ha marcado la historia local de la arquitectura. Después de los pioneros anteriores a la guerra, los dos primeros especialistas en arquitectura en blanco y negro fueron Joaquim Gomis y Català-Roca. El primero, muy concretado en Gaudí y el racionalismo cercano al GATCPAC, con la obra de Sert como protagonista. El segundo, seducido también por los valores plásticos de Gaudí, se adentró en las obras catalanas que a partir del año 50 marcaron el inicio de la superación de los estilos franquistas. Pronto la lista de fotógrafos de arquitectura fue aumentando, y se añadieron artistas que venían de otras temáticas -por ejemplo, Leopoldo Pomés con su análisis casi exhaustivo del modernismo- o que marcaban una nueva línea profesional, como, por ejemplo, Lluís Casals y tantos otros. La realidad es que hoy día hay en Catalunya muchos especialistas en este tema y que casi todos se reconocen en la maestría de Català-Roca.

Esta sección llega a ser una interpretación de la arquitectura catalana de aquella época, la del entusiasmo y la rebeldía de unos jóvenes en busca de la modernidad interrumpida por el franquismo. Viéndolo ahora en conjunto, sorprende encontrar en el variado repertorio de modelos un estilo más generalizado y persistente de lo que han dicho los críticos y de lo que proclamaban los propios arquitectos. Los diseñadores catalanes de los 50 y los 60 no nos autodefiníamos como un grupo conducido por la unidad del lenguaje, sino por la coincidencia de métodos y de contenidos (Coderch, Sostres, Gili, Moragas, Barba, Giráldez-López-Subias, Tous-Fargas, Martorell-Bohigas-Mackay, Bonet, Correa-Milà, etcétera). Pero, ahora, en la Pedrera, podemos constatar que las obras son formalmente mucho más parecidas de lo que decíamos. Un visitante novel podría interpretarlo casi como expresiones sucesivas de un mismo arquitecto.
¿De dónde viene este cambio de interpretación? Es evidente que, con el tiempo, las diferencias se afilan y todo se unifica. Pero hay otro factor: las dos influencias de Català-Roca. La primera es evidente: los puntos de vista son impuestos por el fotógrafo -más que por los arquitectos-y subrayan los aspectos que a él le interesaban más. Así, buena parte de la arquitectura de la época se lee según el canon estilístico del fotógrafo. La unidad es, pues, la unidad interpretativa de Català-Roca.

La segunda influencia es aún más definitiva: las cualidades artísticas y publicitarias de las fotos -blanco y negro contrastado, objetividad abstracta, definición crítica del entorno y fidelidad a las herencias del racionalismo- se hicieron tan habituales que, poco a poco, muchos proyectos de arquitectura partían ya de algunos prejuicios estéticos de Català-Roca. Exagerando un poco, podríamos decir que la fotogenia de una obra fue un factor bastante decisivo en el debate sobre la normalización del lenguaje de la modernidad. Exagerando aún más, podríamos decir que la arquitectura catalana más significativa de los años 50 y 60 fue en buena parte inspirada en los resultados fotográficos de Català-Roca, fieles a los gestos del racionalismo que han perdurado como sustrato formal de buena parte de la arquitectura catalana.
Precisamente para subrayar esta situación, los herederos de Català-Roca han cedido los archivos al Col.legi d'Arquitectes de Catalunya, que los mantiene abiertos al público. Una muestra de conciencia cívica y una confirmación de la obra de Català-Roca como documento formativo básico de nuestra arquitectura. Una buena referencia ahora que se ha abierto la discusión sobre el lugar que corresponde a las colecciones fotográficas en una política general de museos en Catalunya.

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