viernes, 30 de diciembre de 2011

Simón Vélez, el colombiano que construye sostenibilidad en guadua

Nacido en la ciudad de Manizales, Caldas, en 1949, Vélez es un arquitecto que ha dedicado la mayor parte de su vida a trabajar con guadua en estructuras que hoy son conocidas por todo el mundo, y que en Colombia no fueron valoradas en su momento. Después de ganar varios premios internacionales, incluído el Prince Claus Prize en Holanda (2009), su nombre volvió a sonar en el país y su labor logró hacer frenar un proyecto que pretendía excluir a ese material del código de construcción colombiano. Asimismo, se convirtió en su promotor más importante y en el encargado para redactar la normativa que regularía su uso.
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En Colombia la guadua es abundante y barata, por lo que es un material ideal desde varios puntos de vista. Por las virtudes estéticas y los diseños abiertos y espaciosos que pueden explotarse en una construcción, se ha utilizado en lugares emblemáticos como el Parque Nacional del Café en El Quindío; el puente de la salida a Medellín desde la Calle 80 en Bogotá; o el Pabellón Zeri que Colombia presentó en la Feria Internacional de Hannover, Alemania, en el año 2000 -construída por el propio Vélez, con el que los alemanes quedaron sorprendidos y cuyo material sometieron a todo tipo de pruebas y muestras- y que ahora se puede apreciar en Manizales.
Sin embargo, en nuestro país se le sigue considerando un material de segunda clase, éxotico y que no es apropiado para construcciones de alto impacto y de uso constante, a pesar del esfuerzo y el reconocimiento del manizalita en todos los niveles internacionales.
Pabellón Zeri
Los  puentes, edificios, catedrales, museos (como el Nómada, una estructura de cientos de metros que Vélez levanto en pleno Zócalo de Ciudad de México) y otras estructuras funcionales -de un impacto visual único e impresionante, pensadas para una gran variedad de usos y en todo tipo de climas-, no sólo han sido reconocidos por sus técnicas innovadoras, resistencia, calidad y éxito en cumplir con normas internacionales de construccion, sino por su aporte a la conservación del medio ambiente.
Museo Nómada en El Zócalo
Vélez creó su propio sistema para unir los palos de guadua sin necesidad de utilizar elementos artificiales. Por esto, sus construcciones son menos costosas, no producen desechos tóxicos, y conservan las propiedades naturales de la guadua. Este árbol absorbe cuatro veces más el dióxido de carbono que otras especies de árboles de madera común y puede ser utilizada en grandes cantidades sin causar escasez por su rápido crecimiento. Es incluso más resistente que el concreto y que el acero durante los terremotos, no por su dureza o espesor, sino por su flexibilidad.
No es descabellado pensar entonces que ya es hora de que en Colombia se tome conciencia de los grandes beneficios que tiene este material, más allá de los propiamente estéticos o mercantiles, para que las estructuras ecológicas, innovadoras e impactantes de Vélez puedan hacerse masivamente aquí y no que sean aprovechadas por todo el mundo, menos por la tierra que inspiró desde el principio su trabajo. De igual forma, su conocimiento debería ser esparcido en las escuelas de arquitectura del país.
Mientras esto sucede, el manizalita es solicitado constantemente en el exterior, en diversos proyectos. Uno de sus trabajos más recientes ha sido en China, país que por sus problemas de sobrepoblación y contaminación está buscando todo tipo de soluciones y alternativas drásticas a lo tradicional, y por eso invierte en este tipo de eco-construcción.
Fuente:http://www.radionica.gov.co

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