jueves, 5 de abril de 2012

Arquitectura para presumir

HIGINIO DEL RÍO Decía el otro día en estas páginas Ramón Batalla que los llaniscos estamos descubriendo, por fin, a Joaquín Ortiz, el arquitecto municipal que tuvo Llanes durante la II República, un personaje genial, tímido y discreto -quizá también algo opaco-, que alimentó a lo largo de su vida una natural vocación al anonimato y que nos legó una arquitectura limpia y adelantada en muchos casos a su tiempo. Ortiz es pasado, pero también es presente, y su creatividad seguirá interesando en el futuro a los especialistas.
image
Sabíamos que la nota racionalista en la arquitectura es aquí un signo distintivo desde los años treinta del pasado siglo. Muy pocos sitios pueden presumir de un catálogo semejante. La huella de Ortiz se hace explícita con una ubicuidad más propia de una capital que de una localidad de poco más de 3.000 habitantes. Iniciador del racionalismo, el arquitecto alcanzó con la Rula y el Borinquen los resultados más unánimemente reconocidos del conjunto de su obra, y sucede ahora que en este Llanes, que respira el aire creativo de Ortiz de un extremo a otro de la villa, se está empezando a hacer justicia a una figura tan interesante como desconocida. Uno de los paseos más atractivos lleva desde el año pasado el nombre del arquitecto (parte desde la antigua lonja del pescado, bordea el puerto deportivo y termina junto a San Antón, debajo de la Tijerina), y a ese reconocimiento se ha venido a sumar la exposición organizada por el Ayuntamiento en la Casa de Cultura, que cumple una tarea de divulgación.
Ortiz fue el primero en ver la necesidad de abrir vías urbanas importantísimas. Lo que hoy son la calle Alfonso IX y la avenida de las Gaviotas estaban ya previstas en un proyecto de ensanche de Llanes que firmó él en 1930, cuando era alcalde Francisco Saro Bernaldo de Quirós. En ese documento están definidas la trayectoria y las dimensiones de dos arterias hoy fundamentales, pero que no se abrieron hasta mucho tiempo después: en la parte norte, en paralelo a San Pedro, la avenida de las Gaviotas, y entre la Casa Consistorial y el Casino, la rectitud de una calle (la actual de Alfonso IX) que llegaba en perpendicular a la primera.
Es en esa zona, precisamente, donde ha emergido ahora un edificio de cuño racionalista que nos llama mucho la atención. Se levanta en la calle Genaro Riestra, y la horizontalidad, claridad y blancura de su aspecto nos recuerdan a una singular construcción de Caracas, proyectada conjuntamente por Joaquín Ortiz y José Lino Vaamonde en los años cuarenta y bautizada como edificio «Peque». Allí tuvo su domicilio Vaamonde, el arquitecto que había sido subcomisario del pabellón de la República en la Exposición de París (1937) -en el que se presentó el «Guernica»- y jefe del equipo técnico encargado de salvaguardar el tesoro artístico español, incluido el Museo del Prado, en el Madrid cercado por las tropas de Franco.
El inmueble del que hablamos presenta una fachada ventilada, una epidermis de losas cerámicas y líneas sencillas que dan forma a dos volúmenes bien encajados: uno corresponde a lo que era el edificio que había en ese mismo lugar, y el otro, a la ampliación de la volumetría. Enrique Mier Amieva y su hijo Pedro Mier, autores del proyecto, no se han fijado en ningún modelo a seguir, pero la casualidad o la inspiración racionalista que anida en el cerebro de los buenos arquitectos han conducido a un parentesco formal e involuntario de esa nueva obra con el edificio «Peque» y con la tendencia marcada por aquel discreto y modesto arquitecto socialista y republicano, que modernizó la arquitectura en Llanes como nunca nadie lo había hecho antes que él. Una casualidad muy oportuna.
Fuente:http://www.lne.es/

No hay comentarios: