viernes, 11 de mayo de 2012

Arquitectos del mañana sueñan con Bilbao

A veces, no hay nada como que te miren desde fuera y te digan qué haces bien y, sobre todo, qué podrías hacer mejor. Si eres ciudad, te llamas Bilbao y llevas dos décadas inmersa en una transformación urbanística elogiada en todo el mundo, esta mirada externa puede valer su peso en oro. La capital vizcaína se ha expuesto esta semana al ojo crítico de dieciocho jóvenes arquitectos de hasta doce nacionalidades que han plasmado en proyectos e ideas un Bilbao del futuro que, aunque de momento no se hará realidad, sí abona el terreno para soñar.
La visita de los estudiantes a la villa es fruto del acuerdo de colaboración firmado entre la escuela en la que cursan un máster, The Architectural Association, en Londres, y la entidad municipal Bilbao Ekintza. Como premisa, promover alternativas en el tejido urbano de la capital vizcaína. Con La Alhóndiga como base de operaciones, el taller Acción Visiting School ha dejado el archivador de propuestas urbanísticas para la ciudad repleto de ideas que rebosan frescura.
Convertir los grises pabellones industriales de Bolueta en un entramado de empresas públicas y privadas interconectadas con un gran césped, salvar la distancia entre la ciudad y la ría con terrazas ajardinadas o cubrir la playa de vías de la estación de Abando con una plataforma verde. Son sólo algunos de los esbozos que este grupo de recién licenciados ha puesto sobre la mesa para demostrar que, una vez superada la transición de ciudad industrial a urbe de servicios, a Bilbao todavía le quedan muchos caminos por explorar.
Un paseo en barco por la ría y una excursión por los puntos de entrada y salida de la ciudad bastaron para que los alumnos le echaran el ojo a cuatro puntos concretos sobre los que trabajar. «Aunque el 'masterplan' abarca toda la villa, la falta de tiempo nos ha obligado a centrarnos en los lugares que, a nuestro juicio, tienen más posibilidades», explica Clara Oloriz, coordinadora del programa. Eligieron Bolueta, Olabeaga, Punta Zorroza y el distrito de Abando. Cuatro puntos de partida para que la utopía urbanística echase a volar.
Bolueta, «entrada natural»
En sus múltiples visitas a Bilbao, ni Frank Gehry ni Philippe Starck fijaron su atención en Bolueta. De hecho, es más que probable que ninguno de los grandes arquitectos que han imprimido su sello a Bilbao sepa ubicar en el mapa este barrio periférico a escasos metros de una de las salidas principales de la villa.
Pero todo depende de cómo se miren las cosas. Para este grupo de jóvenes, la zona ofrece «muchísimas posibilidades». Sacar chispas al lugar pasa, en su opinión, por potenciar su cercanía a la naturaleza y explotar su peculiar topografía. «Pisar asfalto rodeado de montañas tiene una fuerza increíble», opinaba Constanza Madricardo, una de las participantes en el proyecto, «pero deberíais explotarlo mucho más», matizaba. Tras una serie de posibles intervenciones en el lugar, Constanza es capaz de imaginárselo como «la puerta de entrada a Bilbao y el punto de conexión con lo verde».
La pregunta es cómo. «La clave estaría en crear un espacio multiusos», relata Constanza, «un lugar que dé al visitante una percepción global de lo que es Bilbao». Las fábricas y almacenes alojarían empresas creativas, habría parques sobrevolando la autopista y entidades públicas y privadas se entremezclarían sin pudor en un espacio dominado por el color de la esperanza.
Punta Zorroza, «la ría»
En el lado opuesto de la ciudad, el desvalido encanto de Punta Zorroza tampoco escapó a la sensibilidad de estos embajadores de la arquitectura híbrida. «Es el otro punto de entrada a la ciudad», comentaba Jason Chia, uno de los alumnos que trabajó en la zona. Su posición estratégica, «muy cercana al puerto», y sobre todo, «su contacto con la ría» son, para Jason, todo lo que necesita el lugar para crecer. Si, además, añadimos a la lista de recursos un buen puñado de «obras de arte de la arquitectura industrial», la base está más que consolidada.
Por supuesto, no faltan aspectos que mejorar. «El enclave está muy abandonado, habría que regenerarlo y dotarlo de vida». Para conseguirlo, nada mejor que «atraer nuevos centros de negocio 'hi-tech', instalarlos en sitios como Punta Zorroza y crear así un nuevo modelo de ciudad», argumenta Jason.
Solucionar «el problema de contaminación que todavía se percibe» y mejorar las conexiones de la orilla con el centro de la urbe -ni metro ni tranvía llegan aún hasta allí- serían los siguientes pasos para hacer justicia al «enorme potencial que atesora».
Olabeaga, «el futuro»
La transformación que aguarda a la península -y en breve isla- de Zorrozaurre ya estaba en la agenda de estos visitantes antes de aterrizar en Bilbao. Al fin y al cabo, la firmará Zaha Hadid. Lo que no esperaban, sin embargo, era toparse con la nostálgica 'pequeña noruega', que desafía con orgullo a la orilla de enfrente. «Es un lugar espectacular, que se revalorizará cuando Zorrozaurre empiece a dar sus primeros pasos», coincidían los alumnos, «y creará un 'link' activo con el skyline propuesto por Zaha», matizaban.
Pero, ¿ por qué esperar años y años si tenemos lo necesario para cambiar algo ahora? Hanna Huang, encargada junto a otros compañeros de estudiar esta parte, no dejaba de hablar de la ría. «El agua, la presencia que tiene en Bilbao, es algo que no puede quedarse ahí, tiene que actuar como eje de la ciudad», constataba.
Ponía como ejemplo el South-bank londinense, un auténtico propulsor de vida en la metrópoli inglesa. «Hace cincuenta años Londres también tenía un río contaminado del que nadie quería saber nada, y mira ahora». Hacía hincapié en que «algunas de las grandes capitales europeas se organizan en torno a un río, y Bilbao tiene que sacar partido a esta característica que, además», añadió, «ni Madrid ni Barcelona poseen».
La arquitectura, huelga decirlo, «debe estar al servicio de esta naturaleza de la villa, y no al revés», coincidían todos los alumnos. «¿Para qué sirve levantar bloques sin ton ni son cuándo podemos adaptar nuestra obra a la tierra?», argumentaban. Para llevar la teoría a la práctica, los estudiantes propusieron, por ejemplo, construir jardines escalonados para salvar la distancia entre el Nervión y la zona urbana en los puntos más distantes de la ría.
Abando, «el corazón»
«Recolectar el potencial de la ciudad y radiarlo hacia su anillo verde». El distrito de Abando, en pleno corazón de Bilbao, fue la última zona escogida por el grupo. «Como epicentro financiero y comercial, tiene que ser una referencia para el resto de zonas», aclaraban los alumnos. Echaban en falta «un poco de orden y lógica en el tráfico, que da muchos rodeos para llegar a un destino» y más claridad en la señalización. «Es fácil perderse», apreciaban. También proponían construir lugares desde los que admirar el paisaje. Y dotar a los montes que rodean Bilbao de usos específicos que atraigan a la gente. «Hay que intentar que los ciudadanos incluyan esta naturaleza en su día a día», insistían, porque «aunque estéis acostumbrados, una ciudad rodeada de verde no es habitual. Aprovechadla», sugerían.
Fuente:http://www.elcorreo.com

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