miércoles, 10 de octubre de 2012

César Pelli, el arquitecto que alcanza el cielo

Nació en Argentina, pero ha construido más edificios en Nueva York que en toda Sudamérica. De haber permanecido en su ciudad natal, Tucumán, con sus casas patrimoniales y construcciones bajas, la carrera de César Pelli probablemente hubiese sido distinta. Pero apenas se graduó de arquitecto, en 1952, consiguió una beca a Estados Unidos. No volvió más a Argentina.
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No, al menos, hasta que se convirtió en un arquitecto de renombre mundial. Hoy, Pelli tiene 85 años y su oficina Pelli Clarke Pelli en EE.UU. es nombre ineludible de la arquitectura contemporánea. Constante candidato al prestigioso premio Pritzker, su firma está detrás de algunos de los rascacielos más altos del mundo, como las Torres Petronas de Kuala Lumpur (Malasia), la Torre de Cristal de Madrid, la torre Canary Wharf de Londres y el World Financial Center, en Nueva York.
Eso vale también para Chile. Junto con la oficina local Alemparte, Barreda & Asociados, es el responsable del diseño de la Torre Costanera. El proyecto arquitectónico encargado por Horst Paulmann, con 300 metros de altura, quiere ser la construcción más alta de Sudamérica. Ahora Pelli visita a Chile: el 5 de septiembre estará en el seminario “Construyendo ciudad”, organizado por Alianza Inmobiliaria, en CasaPiedra.
Ansias de altura
Pese a las críticas que hoy reciben los rascacielos por su consumo energético e impacto en la ciudad, Pelli se ha mantenido firme en el diseño de edificios cada vez más altos y atractivos. Su estilo atrae a clientes de todo el mundo y le ha valido el reconocimiento, entre otros, del American Institute of Architects, que lo nombró uno de los arquitectos más influyentes del mundo en 1991 y en 1995 le otorgó la Medalla de Oro por su trayectoria. Pero también le ha valido controversias. La más reciente fue en Sevilla, donde la Unesco pidió detener la construcción de su torre Cajasol porque atentaba contra el paisaje histórico de la ciudad.
A él le interesa menos el pasado y más el futuro. “Pelli ha batallado, quizá más intensamente que cualquier arquitecto comercial, con el problema de hacer un rascacielos apto para nuestro tiempo”, escribió el crítico de arquitectura Paul Goldberg. Parte de la propuesta del argentino para el siglo XXI es el desarrollo de torres altas pero sustentables, verdes, con espacios de uso colectivo. La Torre Costanera, por ejemplo, incluye una cubierta vegetal en su techo, y dos miradores públicos en los pisos 63 y 64.
El insiste en que los rascacielos representan una mejor forma de crecer para las grandes metrópolis. “Las ciudades de hoy crecen demasiado rápido y las posibilidades son dos: crecer horizontal o verticalmente”, explica a La Tercera. “El crecimiento horizontal necesita extender caminos y, por lo tanto, aumentar el número de viajes en auto y la polución. El crecimiento vertical aumenta la densidad de la ciudad, lo cual creo que es bueno y reduce la dependencia del automóvil”.
Pero también hay cierto deseo personal, una atracción por conquistar el horizonte y convertirse en un hito visual. “Los récord de altura me interesan, pero es muy poco importante. Sí me gusta que el edificio sea visto de lejos”, explica. “Un verdadero rascacielos es siempre un desafío. Ver cómo satisfacer las necesidades de su estructura, de su función y de su costo, que son siempre exigentes. Y al mismos tiempo, hacer algo bello”.
Un buen rascacielos es también una declaración visual. Para Pelli, representan un “ansia de llegar al cielo”. Por lo mismo, no da importancia a las críticas respecto de su impacto visual: “No creo que la torre intimide. Sirve para conectar a Santiago con el cielo”, dice. “Más bien, aporta a la ciudad una silueta más distinguida”.
Los rascacielos son su especialidad, pero no sus únicos logros. Como socio en la oficina de Eero Saarinen trabajó en el diseño de techos curvos de la terminal TWA del Aeropuerto J.F. Kennedy en Nueva York. El Pacific Design Center de Los Angeles, uno de sus primeros proyectos en solitario, impactó por sus exteriores de vidrio de color. Desde entonces el cristal es una de sus estrategias para evitar las críticas de bloqueo del horizonte que se le imputan a estos edificios. “El vidrio crea una superficie que refleja el cielo y las nubes”, dice.
El uso de cristal emparenta la torre de Santiago con otros edificios como el Atago Green Hills de Tokio y la Torre de Cristal de Madrid. Pero no tiene nada en común con las Torres Petronas en Kuala Lumpur, inspiradas en construcciones tradicionales islámicas. Para su edificio en Santiago, dice que lo único que le pidió Paulmann era “que fuera muy hermosa”.
Pelli se autoimpone, además, que sus edificios logren la certificación de sustentabilidad LEED, algo que no sólo asegura altos estándares ecológicos, sino también prestigio para un edificio y su ciudad. Después de todo, un rascacielos verde se une a la vanguardia arquitectónica internacional. Y esa es una garantías de Pelli: sus diseños nunca pasan desapercibidos.
Fuente:http://diario.latercera.com/

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