martes, 11 de diciembre de 2012

La casa donde Jenaro de la Fuente veía la ría

Cristaleras orientadas al atardecer sobre las islas Cíes –también las ventanas de un gran baño– y una balconada semicircular corrida que desemboca en una terraza, son algunos detalles que desvelan el gusto del arquitecto del siglo XIX y XX en Vigo, Jenaro de la Fuente, por las vistas a la ría. Su residencia personal, hoy encajonada entre edificios de las calles Romil y Pi y Margall, es un palacete de tres pisos rodeado de naturaleza con una finca, fuentes y palomar. Los últimos propietarios de esta construcción, que curiosamente no hizo en piedra, acceden a abrir las puertas del inmueble, hoy a la venta.
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ELENA OCAMPO - VIGO A principios del siglo XX, lo que hoy es la calle Romil estaba lejos del frenético centro urbano de un Vigo en apoteosis industrial. Era más bien una zona residencial que albergaba chalés e incluso palacetes de algunas familias burguesas de la época, sin que despuntasen las alturas de los edificios actuales ni el bullicioso tráfico. No en vano, la alta orientación de la zona permite unas privilegiadas vistas sobre la ría. Allí se erigió y aún permanece con el carácter ostentoso de la gigante palmera de su finca, la que fue residencia del arquitecto Jenaro de la Fuente Domínguez (1851-1922). Eligió ese lugar para vivir en una mansión de tres pisos en la que destaca la balconada semicircular que la rodea y una terraza superior en la que en su día se divisó el poniente en la ría y, en el otro extremo, el horizonte del monte de O Castro.
Ese arquitecto célebre por los diseños de edificios en Vigo –aunque nacido en Valladolid– construyó esa singular edificación de tres pisos, con una amplísima finca rodeada de fuentes que siguen en pie y protegida en el catálogo de edificios singulares del Concello de Vigo. Muchos transeúntes que desconocen el origen de la edificación se preguntan qué aloja en su interior hoy en día, atraídos por el cartel de "se vende" que cuelga de una de las ventanas visibles desde la calle Romil.
Aquel hombre de pequeña estatura, Jenaro de la Fuente, –medía 1,60 metros, según fuentes documentales– construyó un palacete con ocho dormitorios y seis baños y que se dotó de un jardín de inspiración francesa y más de mil metros cuadrados en el que vivió con su joven esposa. La planta sótano, también con vistas a la ría, se dedicaba solo a estancias del servicio.
Entre las peculiaridades de la finca está el hecho de que su propio hijo, Jenaro de la Fuente Álvarez (1891-1963) se encargó de la construcción del edificio de Pi y Margall 79, que queda justo bajo la zona verde de este palacete y al que se une a través de un puente desde la finca.
Lo diseñó por encargo de la industrial relacionada con la fábrica de "La Artística", Rosa Candeira en los años cincuenta –el edificio se construyó en 1954–. Esta familia sería, además, la que compró el palacete a su padre, Jenaro de la Fuente.
La propiedad del inmueble está hoy en día en manos de los descendientes de Candeira. Uno de los cuatro propietarios, Luis Daniel Sanz, que hoy lo ponen a la venta por un valor estimado de 1,5 millones de euros, finca incluida, accede a abrir las puertas del inmueble para este reportaje.
"Durante muchos años, la vista fue directamente a la ría", recuerda el propietario, que pasó largos veranos de su infancia en ese lugar. La entrada desde la calle Romil es, en realidad, el acceso desde el garaje. La verdadera puerta principal de la mansión se ve desde la finca. "Estos bancos de piedra y las columnas", señala, "son originales de la época de Jenaro". En el exterior, dos perreras, varias fuentes con cabeza de león, un palomar y un gallinero hablan de la gran actividad exterior que debió alojar la zona verde. Los parques y jardines se dividen en rincones con sombras, bancos y diferentes estancias –conservadas en mejor o peor estado– y que finalizan con una gran piscina y columpios en la parte inferior y que datan de una época posterior, de los últimos propietarios.
En el interior destaca la funcionalidad organizativa de una construcción casi "inteligente". La gran despensa, pero también la carbonera –el carbón que alimentaba una precoz pero eficiente caldera de calefacción se alojaba en varios departamentos de la casa– están lógicamente ordenados. También la sala de costura, orientada a la luz natural de la galería del tercer piso. Y otro ejemplo claro se ubica en la terraza o azotea. Allí se aloja la zona de lavado pero también una parte bajo cubierta para que el secado de la ropa sea efectivo a pesar de las inclemencias meteorológicas propias de la ciudad.
Meticuloso cuidado en la ornamentación interior
En el interior, las ocho habitaciones se dividen por los tres pisos con una singularidad: los baños (también con vistas) tienen diferentes puertas de acceso desde las habitaciones. Los detalles de la firma del meticuloso arquitecto se ven en la pasamanería de la escalera, en la ornamentación de las puertas con una preferencia por el cristal, e incluso en los maceteros exteriores. También en los detalles de los techos revestidos de madera.
Parte de la decoración de la vivienda es de adicción posterior, pero la estructura –hoy protegida– se mantiene fiel al diseño original. Aún así, el firme exterior se muestra irregular, quizás por la inclinación del terreno y el paso del tiempo.
"Dentro de la arquitectura residencia o de hotel de Jenaro de la fuente Domínguez encontramos pocos ejemplos. El más significativo es el de su propia casa, en Romil 30", asegura en "Arquitectura de la piedra en Vigo" el experto Xaime Garrido Rodríguez. " "Curiosamente no está ejecutada en piedra, a diferencia de toda su obra", destaca el arquitecto. Otro de los detalles que resalta es el mirador poligonal y las grandes ventanas a modo de galería desde las que se divisa la ría. "La ornamentación interior estaba sumamente cuidada", concluye.
Proyectos de viviendas para la burguesía local
En los libros de la época, se dijo de Jenaro de la Fuente que "su obra se caracterizó por el monumentalismo, que por otra parte, eran los gustos que demandaba la burguesía viguesa de la época". Fue en 1889, consagrado ya como excelente proyectista, cuando se hizo cargo del puesto de director facultativo de las obras municipales de Vigo –llegando a acaparar muchos proyectos que se realizaban en la ciudad–. Fue el arquitecto de las casas de algunas de las casas de la burguesía de la época: edificó, entre otras, la de Nemesio Sobrino Portela, en la calle Príncipe, con la esquina con calle Velázquez Moreno; las casas de Manuel Bárcena, en la calle Policarpo Sanz, 24 y 26 con la esquina de la calle Velázquez Moreno o el edificio Laforet–Josefa Cividanes, en la calle Colón, con la esquina con la calle Uruguay. Esos importantes edificios aún se conservan en el corazón de la urbe. Pero durante unos años residió en esa construcción, hoy color granate en su fachada y que denota un afán de funcionalidad.
Fuente:http://www.farodevigo.es/

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