martes, 4 de diciembre de 2012

Rafael Moneo, el arquitecto más premiado… y criticado

Como ya os habréis enterado, el arquitecto José Rafael Moneo Vallés ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2012. El magistral arquitecto, propietario desde 1999 de una bodega de vinos en Olmedo (Valladolid), fue distinguido en 1996 con el Premio Pritzker de Arquitectura, dotado con 100.000 dólares, que otorga la Fundación Hyatt, creada por el Sr. y la Sra. Pritzker, multimillonarios hoteleros norteamericanos.
Museo de la Ciencia de Valladolid en 2012
Rafael Moneo, obtuvo su título de arquitecto en 1961, comenzó a trabajar en la docencia de la arquitectura en España y posteriormente desarrolló su faceta como profesional. La crítica arquitectónica le ha ensalzado desde su primera obra, habiendo ganado numerosos premios, distinciones y homenajes. Su labor docente le ha llevado también a universidades de Estados Unidos y de Suiza, y sus proyectos se sitúan en España, Alemania, Holanda, Suiza, Estados Unidos, y Líbano.
Lo humano
Moneo posee talento y una extensa cultura, mientras que su verbo medido, encandila en las escuelas de arquitectura. Los críticos de la arquitectura siempre han estado ligados a las universidades y mantienen un contacto permanente con tan insigne arquitecto. Pero, a veces, los medios de comunicación y la ciudadanía entran en conflicto con las obras de Moneo, y para desmitificar su figura se enfangan en los anecdotarios puntuales y las leyendas urbanas que empañan sus edificios.
En el concurso de la ampliación del Museo del Prado (Madrid), hubo una primera selección de proyectos entre los que no se encontraba el de Moneo, y se cambió el concurso entrando a formar parte de los proyectos preseleccionados la propuesta de Moneo, que finalmente y casualmente ganaría.
De la remodelación de la Estación de Atocha (Madrid), se cuenta que, antes de la inauguración, iba a entrar un tren y el maquinista se paró unos metros antes de la estación porque el andén le pareció estrecho, pero le obligaron a seguir la marcha y el convoy se quedó atorado.
El edificio del Museo de la Ciencia de Valladolid se le atribuye a Moneo cuando únicamente ha intervenido como arquitecto consultor, y cuando el Ayuntamiento de Valladolid ha tenido que gastarse 150.000 euros en cambiar el suelo de una ya oxidada pasarela perteneciente a dicho museo, el nombre de Moneo se desvaneció temporalmente.
En la Residencia del embajador de España en Washington (Estados Unidos), con un presupuesto inicial de 8,6 millones de dólares que finalmente llegó a 10 millones de dólares, y cuya obra se ejecutó durante 14 años, hubo serios problemas entre Moneo, el interiorista, el constructor y los embajadores. Y también se dice que el ladrillo cara vista que hay en las obras de Moneo es un ladrillo macizo muy especial, de los más caros e inusuales del mercado.
Mecenazgo y concursos
Hay que admitir que los presupuestos de las obras de los arquitectos más laureados, en su inmensa mayoría, se disparan. En España, el mecenazgo de la arquitectura está pagado por la administración pública y decidido por los políticos, que han optado por conceder concursos y proyectos a premiados arquitectos para aportar un valor añadido a los edificios.
Pero los dineros de las obras se pagan con nuestros impuestos, y los responsables de administrar las obras son los políticos. Por muy loables que sean los argumentos que la crítica arquitectónica otorgue a un edificio, no se puede esgrimir que el resultado final haya justificado aumentos de presupuestos tan descomunales como se han producido en nuestro país. La empresa privada se gasta más ó menos en sus edificios, pero con su dinero.
En el ‘Informe sobre el estado de la profesión 2009′ realizado por el ‘Centro de Estudios de la Profesión de Arquitecto’ que pertenece al ‘Consejo Superior de Arquitectos de España’, con 1.435 encuestados y 30 reuniones abiertas, la mayoría de los arquitectos entrevistados valoraban negativamente los concursos de arquitectura con una nota de suspenso de 3,5 sobre 10.
Presente y futuro
Y volviendo al premio, las palabras finales del discurso de Rafael Moneo en la ceremonia del Premio Príncipe de Asturias de las Artes, son elogiables: “Por último quisiera manifestar mi profunda gratitud al jurado, que en momentos tan duros para quienes trabajan en esta profesión en España, han querido abrir con esta distinción a mi persona una ventana a la esperanza”.
El presente de los aproximadamente 60.000 arquitectos españoles, de los cuales 53.000 estamos colegiados y 7.000 sin colegiar, es que casi 5.000 arquitectos han abandonado el país desde el inicio de la crisis, por lo tanto, ya no se sabe ni cuántos quedamos, y de los que seguimos al pie del cañón, no se sabe ya si hay un 35% en paro o más.
El futuro incierto de los aproximadamente 25.000 estudiantes de arquitectura resulta macabro si se tienen en cuenta anteriores escenarios de crisis, en los que las escuelas de arquitectura daban salida a pocos titulados por falta de trabajo en el mercado laboral.
Fuente:http://noticias.pisos.com/

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