jueves, 7 de febrero de 2013

Casa Del Horizonte / Jesús Aparicio Estudio de Arquitectura


© Roland Halbe
Arquitectos: Jesús Aparicio Estudio de Arquitectura
Ubicación: Salamanca, España
Equipo De Diseño: Jesús María Aparicio Guisado
Colaboradores: Carlos Pesqueira Calvo, Jesús Donaire García de la Mora, Artemio Fochs Navarro, Carlos García Fernández
Año Proyecto: 2006
Fotografías: Roland Halbe
Sólo después de decidir dónde hay que construir una casa se es consciente de la importancia sustancial que tiene decidir el lugar donde se ha de establecer la arquitectura.
© Roland Halbe
El terreno tenía numerosas posibilidades, pero el genius loci susurró al arquitecto que estableciera la casa en un punto. Un lugar tranquilo, con la distancia suficiente a la ciudad para que la casa tuviera la condición que tiene la villa. La distancia necesaria de soledad hace que esta casa reúna las condiciones de villa respecto de la ciudad de Salamanca y de Madrid.
© Roland Halbe
El lugar donde se asienta la casa es la parte más alta de una colina, suave desde su ladera norte y que recae en su ladera sur, con mayor desnivel, hacia la meseta castellana; en un paisaje plano e infinito. La casa siempre se quiso apropiar de este horizonte lejano, para regalárselo a sus habitantes.
© Roland Halbe
La topografía, la biología y la orientación construyen una parte muy importante del espacio de la arquitectura –de ahí la importancia de la elección del lugar- y así lo hacen con esta casa. Su acceso desde la carretera más próxima lleva a través de un camino pedregoso, de tránsito lento y difícil, que serpentea a través de un bosque de encinas, con un claro en él que jalona un recorrido de 700 metros de longitud. Cuando se llega a la parte superior de la colina, hay una zona rocosa desde la que se descubre que la que es una colina en su cara norte, se convierte en su cara sur en un promontorio sobre la meseta.
© Roland Halbe
El proyecto trata de subrayar estos espacios encontrados en el lugar para hacerlos habitables en una casa que mira expectante al horizonte lejano.
© Roland Halbe
La vivienda, por tanto, tiene dos escalas: una pequeña y fragmentada en su lado norte, este y oeste donde el bosque de encinas la circunda, y otra grande ante la absoluta presencia de su frente sur abierto al horizonte infinito de la meseta.
© Roland Halbe
El acceso a la casa se realiza a través de una plataforma que construye un límite que une la privacidad de la vivienda y el campo que la rodea, a la vez que conecta el bosque próximo de encinas con la meseta lejana. Se trata por tanto de establecer una segunda escala con la plataforma, que tiene la función de ser umbral de la vivienda, análogamente a lo que ésta es respecto al paisaje. Coherentemente con la posición ambivalente de la plataforma, en ella se superponen lo natural y lo artificial: los árboles, el agua y las rocas se entreveran con el podio de hormigón. Y aquí se podría apuntar otra de las características de esta casa y es que en ella se ha buscado la unión controlada de la naturaleza inefable y el artificio predecible y abstracto de la arquitectura.
© Roland Halbe
La casa presenta una doble construcción: una parte perenne construida para durar   –firmitas- en una edificación primigenia a la que pertenecen la implantación y la estructura (donde la materia es el hormigón y la piedra, a los que viene a ayudar el acero, puntualmente, allí donde es necesario) y otra parte, de carácter más efímero y técnico (donde los materiales son el vidrio, el azulejo, el acero y la madera) construida para mudar con los tiempos –utílitas- que da respuesta concreta a la función y a las instalaciones.
© Roland Halbe
La casa tiene un desarrollo longitudinal y perpendicular al horizonte; su estructura portante vertical es de muros de carga de hormigón ciclópeo, salvo en la proa sur, donde el espacio se va abriendo, hasta alcanzar en el estar una visión abierta, horizontal y total sobre la meseta de Castilla, colocándose cuatro pilares cruciformes metálicos. Sobre esa estructura se apoya una losa de 10,50 x 43 m. de hormigón armado. Volviendo a la materia, se ha buscado que ésta pertenezca al lugar y tenga carácter duradero. Para lograr este propósito se ha usado la roca de la propia excavación para elaborar el hormigón ciclópeo.
© Roland Halbe
El resultado edificado es el de una parte baja y sólida, pegada al terreno, perteneciendo a él. Un volumen pétreo, dibujado sólo en sus aristas y difuminado en sus partes intermedias. La textura rugosa de los muros verticales hace que la naturaleza los reconozca como algo propio, al facilitar que los líquenes, los musgos y las plantas del lugar aniden en ellos. Estos muros verticales son recipientes de tierra o estereotómicos; volúmenes que, llenos de grava extraída de una cantera situada a escasos metros, construyen una nueva rasante del terreno, haciendo que la casa tenga una doble sintonía: con la naturaleza próxima y con el horizonte lejano del sur. Sobre este nuevo suelo–basamento-plataforma establecido se apoya la losa de la cubierta, que es una cubrición de nieves y de lluvias que construye la sombra necesaria para que la casa sea útil y bella.
Planta
Decía el filósofo que un espacio es algo que ha sido hecho habitáculo para nombrarlo por sus límites, y un límite no es lo que bordea algo, sino que más bien es el lugar donde las cosas comienzan a tener presencia. Como lectura de lo anterior en el espacio arquitectónico de la casa, se puede establecer una relación entre el límite y la continuidad del espacio y el borde y la discontinuidad del mismo. La casa, aún siendo un lugar en el que se encuadran fragmentos de naturaleza controlada, sobre todo es el lugar donde el horizonte comienza su presencia: la casa del horizonte.
Corte
Fuente:http://www.plataformaarquitectura.cl/

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