lunes, 25 de febrero de 2013

La crítica: Espacios. Arquitectura de cine

México • Hasta hace unas cuantas décadas, los arquitectos solíamos pensar que el principal —si no el único— soporte legítimo de nuestro trabajo era la forma construida. Los demás medios de representación de la arquitectura, los dibujos, fotografías, videos o películas documentales eran considerados sucedáneos o meros subproductos precedentes o derivados de la actividad constructiva. Pero más recientemente nos hemos percatado de que las imágenes forman una parte tan relevante de la arquitectura como los mismos edificios, y en ocasiones incluso juegan un papel más importante.
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En un bosque de Oregon, en Estados Unidos, se encuentra una casa de notable diseño en cuanto a su forma y materiales. Se trata de la residencia que perteneció a un alto ejecutivo industrial, diseñada en 2007 por Jeff Kovel, de la firma Skylab Architecture. Pero esta obra no la conocemos tanto por su diseño —el cual recuerda claramente a arquitectos modernos como John Lautner y por lo tanto a Frank Lloyd Wright—, sino porque la casa es famosa porque aparece en la primera película de la saga cinematográfica Crepúsculo. Es nada menos que la residencia de la familia Cullen, quienes son los personajes principales de la cinta vampiresca.
La cultura arquitectónica actual coincide más con la cultura cinematográfica y con la industria editorial que con el propio medio académico especializado. Se cumple la premisa expuesta por Beatriz Colomina: la arquitectura moderna es un fenómeno cultural de masas. Además, podríamos añadir la apreciación de otro importante teórico español, Ignasi Solá Morales, quien afirma en su ensayo “La obra arquitectónica en la época de su reproductibilidad técnica”, publicado en 1972, que el proyecto arquitectónico contiene numerosas similitudes con el guión cinematográfico. Solá Morales sigue el argumento seminal respecto a la arquitectura en cuanto a sus condiciones de recepción y su diferencia con el cine, establecido por Walter Benjamin en 1936: “Percepción distraída frente a percepción atenta, percepción táctil frente a percepción óptica”.
Si bien la obra construida en cierta forma escapa a la condición de reproductiblidad técnica común al resto del arte moderno, sus imágenes fotográficas se presentan como material óptico de consumo masivo. Este factor llega al extremo cuando la obra se caracteriza como la vivienda del protagonista de una superproducción cinematográfica y deja de ser una residencia privada, discutida quizá en foros reservados para expertos, para convertirse en un elemento más de la cultura de masas.
Fuente:http://www.milenio.com/

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