Dos jóvenes coruñeses se sirven de la imaginación para sortear las dificultades//Premiarán con un proyecto al cliente que lleve el encargo más interesante
Consideran que no están bien vistos como profesión, que ya son casi 60.000 arquitectos y que cada año se licencian 3.000 más y, sobre todo, que la crisis ha acentuado las dificultades por las que venían pasando. Pero a Fernando Martínez López y Miguel Carballido Pensado, dos jóvenes arquitectos y propietarios del estudio Soma, no están dispuestos a rendirse y se han servido de lo más valioso que tienen, su imaginación, para encontrar una salida.
Su estudio ha puesto en marcha un concurso que se cierra el próximo viernes y que consiste en premiar con un proyecto completo al cliente que presente el encargo más interesante. A este primer premio suman otros que ofrecen dos proyectos básicos y tres anteproyectos también gratis. Los concursantes pueden ser cualquiera, públicos o privados y no hay exclusión ni por volumen de la obra ni por cuantía económica ni por clase social ni por nada.
Sólo hay un requisito, que los premiados estén dispuestos a desarrollar el proceso de una forma pública y transparente.
Sí, porque este es uno de los sambenitos con los que Fernando y Miguel cargan la mayoría de los arquitectos españoles, un colectivo sobre el que hay una percepción muy distorsionada por la corrupción, por un lado, y el cine, por el otro.
Estos dos jóvenes se consideran ante todo arquitectos vocacionales y profesionales felices resolviendo problemas a través de la arquitectura y el diseño. Además, reconocen que si bien su situación ha empeorado por la crisis, ya era mala de antes. Asimismo, creen que de alguna manera desde que se convirtieron en arquitectos han estado en crisis.
Fernando Martínez y Miguel Carballido quieren luchar contra esos tres tipos de falsos paradigmas a los que hacían referencia al principio: el arquitecto corrupto, tan de moda en los últimos años en España y que tanto daño ha hecho a esta profesión; el arquitecto estrella, "que vende exclusividad proyectual falsa con la que engañan a nuevos ricos haciéndoles estándares modernos de cajitas blancas y pulcras, llenas de tics arquitectónicos que cuestan una indecencia, tantos construirlas como pagar al diseñador".
Y el último de los perniciosos prototipos; el arquitecto notario, los que cobran por el mero trámite administrativo de firmar, pero que no desarrollan aquello para lo que han estudiado.
Fernando Martínez y Miguel Carballido quieren, en definitiva, limpiar el nombre de su vocación y profesión, denunciar que los colegios de arquitectos que "deberían defender sus derechos colectivos se esconden para no molestar y se han convertido en algo prácticamente superfluo y sin importancia".
Reclaman un futuro, concursos públicos o privados transparentes, sin abusos y sin sombras de sospecha, para que mañana no existan arquitectos con salarios de entre 700 y 800 euros al mes, sin arquitectos funcionarios y sin herramientas de poder.
Quizás sus deseos sean utopía para muchos, pero para ellos y su valentía posiblemente una realidad muy cercana.
Fuente: http://www.elcorreogallego.es
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