Zaragoza ya dispone de la primera construcción que puede presumir de no emitir emisiones netas de CO2 a la atmósfera y capaz de autoabastecerse con energía renovable que él mismo produce con placas fotovoltaicas y aerogeneradores. Se trata del denominado edificio de Emisiones Cero, levantado en los terrenos de la Milla Digital en La Almozara, que ayer inauguró el ayuntamiento. En él se han aplicado soluciones arquitectónicas y de ingeniería que permitirán reducir a la mitad el consumo habitual en una edificación de estas dimensiones, de 2.727 metros cuadrados; y de producir 27.000 kilovatios hora al año de los 57.000 que necesitará para su funcionamiento. La energía sobrante se venderá a la red municipal.
Así lo aseguraron los responsables del proyecto, tanto el equipo de Intecsa-Inarsa que diseñó el edificio, con el arquitecto Javier Gracia y el ingeniero Octavio Cabello --y que ejecutó Acciona-- como el teniente de alcalde de Urbanismo, Carlos Pérez Anadón, quien destacó que mañana empezará a funcionar con la celebración en su sala multiusos de unas jornadas técnicas sobre empleo y emprendedores, pero que habrá que esperar a junio para que empiecen a instalarse las nuevas empresas dedicadas a las nuevas tecnologías o el medio ambiente, que ocuparán los 24 módulos que tiene. Antes deberá adjudicarse, en breve, la gestión del edificio a una empresa.
CARACTERÍSTICAS Uno de los puntales básicos será el uso de las energías renovables. El edificio es capaz de aprovechar la luz solar con los paneles fotovoltaicos instalados en su cubierta, que generarán unos 74.000 kilovatios hora al año; el viento, a través de tres aerogeneradores que producirán otros 9.500; o utilizar un depósito de biodiesel para mejorar la calefacción. Pero es que la propia construcción funciona como un gran climatizador.
El edificio capta o rechaza el calor exterior, lo almacena y lo distribuye en el momento adecuado a través de un sistema de apertura o cerramiento. Cuenta con una doble fachada perimetral que permite su circulación, un patio interior que contribuye mejorar la climatización (o refrigeración en verano con unos lucernarios que se abren) y deja que penetre la luz natural, o los denominados tubos canadienses que permiten atemperar el aire.
Además, se beneficia de los recursos gratuitos que ofrece el subsuelo. Dispone de 18 tubos de hormigón de 50 metros de longitud enterrado a seis metros de profundidad, donde la temperatura es de unos 15 grados, y permite que el sistema de climatización trabaje menos. También lo hace la captación de agua ubicada a 25 metros bajo el suelo.
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