Gran parte de la arquitectura ecológica climática es arquitectura «con sentido común», explica Samaniego. «Quizás estos años lo hemos perdido un poco porque todo se podía pagar; el que técnicamente no tuviéramos problemas con nada nos llevó a encontrar únicamente problemas con soluciones limitadas al costo y al mantenimiento. Pero ahora ese exceso económico que ha desaparecido nos vuelve otra vez a ser más sensatos en lo económico».
¿Eso es bioclimático? Siempre lo ha sido, las casas siempre se han orientado al sol, las bodegas siempre han estado enterradas... «sí, eso es biomasa que llaman ahora, geotermia. Antes no le llamaban geotermia, lo llamaban sentido común», explica el decano.
«Se han desarrollado mucho las técnicas para aprovechar los elementos naturales y mantenimientos naturales, aprovechar el sol, el agua, el calor y frío del propio terreno, eso era antes sentido común, y ahora lo que tenemos es más tecnología para poder aplicarlo», añade Samaniego, que reconoce que las propias empresas energéticas financian este tipo de proyectos.
Sin embargo, la arquitectura ecológica todavía no se ha convertido en un reclamo lo suficientemente potente para encontrar un nido de mercado que solvente la crisis en la arquitectura. «Eso requiere mayor inversión y más costo. También un mayor ahorro en el mantenimiento a futuro. ¿La gente es consciente que tiene que pagar más para ahorrar mucho después en energía?, a veces sí a veces no. Eso se nos da cuando nos vuelve la cordura económica, pero esa cordura económica llega cuando la tenemos que equilibrar con el bolsillo».
Fuente:http://www.elcorreo.com/
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