La Vivienda en el Cerro se sitúa en la parte más alta y llana de la parcela, la que disfruta de vistas lejanas al valle y a las montañas, respetando un jardín natural de rocas graníticas y encinas retorcidas. Desde la calle la edificación parece desaparecer: una construcción hermética queda velada por una valla de lamas horizontales, por encima de la cual sobresale un curioso jardín inclinado lleno de círculos aparentemente aleatorios.
La vivienda se desarrolla alrededor de tres patios. Los dos menores configuran un eje que recorre el camino desde la calle hasta el jardín, al que se incorporan las circulaciones verticales. El patio de mayor tamaño está ocupado casi totalmente por la piscina interior y alrededor de él se disponen todas las piezas de la casa. ["Una casa en que la piscina pudiera verse desde el salón y el dormitorio" había sido el encargo del cliente.]
La piscina se extiende hacia el jardín, dando lugar a una plataforma para su contemplación. El salón queda en una situación intermedia, rodeado de agua por tres de sus lados, con grandes ventanas hacia el patio y hacia el jardín. Este esquema sencillo y aparentemente estricto se transforma gracias a la transparencia interior casi total y a la inclinación de la cubierta. La experiencia espacial se amplía y se conectan visualmente los diferentes ambientes de la vivienda.
El proyecto busca deliberadamente construir un medio complejo capaz de recoger y generar la multiplicidad y variedad del habitar. Se establecen tres órdenes de relación: interiores hacia los patios, la piscina y el resto de dependencias; cercanas, hacia el jardín; y lejanas, hacia el paisaje. Los espacios y acabados se particularizan para generar situaciones diversas, un entorno susceptible de lecturas múltiples donde la coherencia conviva con lo singular.
Las fachadas exteriores se recubren de paneles fenólicos oscuros que brillan y cambian de tonalidad según la incidencia de la luz. Como contraste, los patios se contagian de la transparencia interior y se recubren de vidrio translúcido retroiluminado.
En el interior, algunos elementos se destacan mediante el uso de materiales naturales o de colores provocativos. La escalera a la planta primera es enteramente transparente, escalones de vidrio entre paredes de vidrio; en ella las personas parecen flotar en el espacio. Por el contrario, la escalera al sótano está hecha de peldaños de madera macizos que sobresalen en voladizo del muro de hormigón; los cables de acero ni siquiera los tocan.
El diseño del jardín y de la cubierta verde buscan deliberadamente romper con la geometría del edificio utilizando formas sinuosas y circulares. La percepción del edificio cambia gracias a la variabilidad y la impredecibilidad de lo vegetal.
Arquitectos: Miguel Barahona, pyf arquitectura
Ubicación: Madrid, España
Año de ejecución: 2007
Año conclusión: 2010
Empresa Constructora: zimenta s.I.
Arquitecto técnico: Oscar Gil
Gestión de obra: aiteco s.I.
Fuente:http://tecnohaus.blogspot.com.es
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