viernes, 22 de junio de 2012

Clásicos de Arquitectura: Capilla del Espíritu Santo / Jorge Scrimaglio

“Definimos la forma como el resultado de la cooperación de la materia y de la función en vista de la belleza y de la perfección” – Max Bill.
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Hace unos meses fue demolida en la ciudad de Rosario la casona que albergaba la Capilla del Espíritu Santo, una pieza arquitectónica concebida por un joven Jorge Scrimaglio en 1962, que a la sazón fue desmantelada para armarla en otro sitio. Su paradero hoy es incierto.
© Walter Salcedo
La Capilla era una intervención mínima en uno de los patios de la vieja casa, un patio inundado de luz, limitado por una mampara y cubierto por una gran claraboya de estructura metálica y vidrio translúcido. El carácter objetual y escultórico del oratorio era desmentido por su altísima calidad arquitectónica y espacial. Pequeño pero contundente, se derramaba en el patio y se plasmaba en una entidad que era a la vez ajena y propia a la casa.
© Walter Salcedo
Una pantalla de listones de madera se abría a un lado del patio, se adelantaba, nos recibía y nos invitaba a pasar a través de una estrecha abertura a un espacio  terino, sereno, cuya mayor cualidad es inducir a la reflexión sustrayendo posibles distracciones mediante el uso de una particular luz teñida de madera y tamizada por la repetición de una única pieza. El ingreso por este espacio angosto y bajo contrastaba con la expansión visual y lumínica que se producía al llegar al corazón de la pequeña capilla.
© Walter Salcedo
Mínima en tamaño, mínima en recursos, sistemática hasta la exasperación. Una vez más, aunque tal vez por primera vez en la por entonces novel producción de Scrimaglio, un solo material es el que conforma el espacio: listones de madera de 2 x 2 pulgadas que son paredes, pantallas, altar y crucifijo; cielorraso, candelabro, sagrario y estante. El rigor material y constructivo y el alto grado de abstracción nos hablan también de una férrea determinación, de una postura inamovible: solo un objeto, repetido cuantas veces sea necesario, era el encargado de dar sustancia a la Capilla. Este fue el modo de dotar a una idea abstracta de una anhelada cualidad concreta mediante un inflexible ejercicio intelectual. Este hecho se puede vincular con la reciente formación de Scrimaglio en el ámbito de una escuela de arquitectura influida por la escuela de Ulm.
© Walter Salcedo
En su lógica rigurosa, los encastres entre éstas piezas son un tema del proyecto: los listones se alternaban sobresaliendo en las aristas; y era esa alternancia lo que denunciaba su cualidad lineal, lo que afirmaba la posibilidad de entenderlos como unidades formando un todo. El sistema no niega la belleza, pero no la busca. La repetición, las esquinas abiertas, la sucesión de llenos y vacíos, las posibilidades de entrever acaso confusamente entre tanta claridad, eran los recursos que le daban vida la obra.
© Walter Salcedo
Fuente:http://www.plataformaarquitectura.cl

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