jueves, 19 de julio de 2012

La arquitectura como paisaje

Junto al premio «Asturias» de arquitectura, que en esta XXI Edición de los galardones recayó en una vivienda familiar y hotel rural situada en La Pereda, Llanes, obra de los arquitectos Esther Roldán Calvo y Víctor Longo Valdés, el jurado que falló los premios tuvo en cuenta una serie de construcciones que quiso destacar, atendiendo a su «notable calidad», con la concesión de cuatro accésit, cinco menciones y una mención especial.
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El jurado valoró, por encima de muchas cosas, la calidad de los proyectos presentados, pero también supo apreciar la sensibilidad de los arquitectos a la hora de plantear unas edificaciones acordes con el paisaje e integradas en el entorno. Representativa de esas cualidades es la casa-hotel proyectada por Esther Roldán y Víctor Longo en La Pereda, una apuesta un tanto arriesgada que tuvo éxito y contó con el apoyo entusiasta del jurado.
Su propietaria, la artista plástica Enma Fernández Granda, no oculta su entusiasmo con la casa, un proyecto singular que se asemeja a una colina con puertas y ventanas. Ésa es la sensación que uno tiene de lejos cuando observa la casa bajo una cubierta vegetal que la integra totalmente en el verde paisaje que la rodea. «Cae a claveles», como la han bautizado, es ya toda una atracción en La Pereda (Llanes). Además de eso, es un edificio con tres usos: es la vivienda de Enma Fernández y su estudio de creación artística, a lo que hay que añadir su próxima puesta de largo como un hotel de cinco habitaciones que comenzará a funcionar en julio.
Si la casa destaca por constituirse como una edificación totalmente integrada y respetuosa con el entorno, imitando las ondulaciones del paisaje asturiano y con un mínimo de materiales como estrategia del proyecto, no menos interés despiertan las obras premiadas con un accésit, como es el caso de la sede judicial de Villaviciosa, de los arquitectos Felipe Díaz Miranda y Jovino Martínez Sierra, un edificio público del que el jurado destacó «el eficaz funcionamiento interior, la precisión en la elección de materiales y el cuidado de la ejecución».
Alta valoración obtuvieron también la edificación de la sede de la Fundación del Metal en Avilés, obra de Sergio Baragaño y Jorge Suárez Díaz, una obra que «contribuye a la valoración de la arquitectura industrial y que destaca por la racionalidad de la estructura», condición que no es ajena a la obra del gimnasio de Vega de Arriba en Mieres, un proyecto de Rogelio Ruiz y Macario González en el que queda de manifiesto la importancia de la expresión plástica sin que la misma «exija sacrificios funcionales ni excesos formales». El jurado tuvo también en cuenta la optimización de los medios económicos.
Proyectos con impulso poético, organización espacial e innovación
Poco poético resulta el nombre de la «nueva central de gases especiales», una edificación industrial con un único alzado que se yergue en un lateral de la rampa de acceso a la cafetería del Instituto Nacional del Carbón (Incar). Poco poético el nombre, pero el jurado sí ha visto poesía en el entusiasmo con el que el arquitecto Adolfo César Díaz Rubio acometió el proyecto, al que supo imprimir un aire de composición escultórica.
A partir de la utilización de materiales tradicionales, la obra de Díaz Rubio consigue mimetizarse visualmente con el paisaje del entorno, adaptándose a la cambiante naturaleza de las estaciones del año.
El jurado del premio, formado por Alfonso Toribio Gutiérrez, Enrique Álvarez-Sala, Ignacio García Pedrosa, Andrés Diego Llaca y Marina Gómez Fuentes, otorgó cinco menciones a otros tantos proyectos, en los que destacó, asimismo, la alta calidad, la innovación y la organización espacial. Los elegidos fueron: la restauración de la fachada del Banco Herrero en Oviedo, obra de Felipe Díaz Miranda, la cubierta de la pista en el Colegio de Los Pericones en Gijón, de Mónica Costales y Jesús Sotelo Fernández, la ampliación del edificio de la Cruz Roja para oficinas en Oviedo, obra de Julio Valle Alonso, una vivienda unifamiliar aislada en Latores (Oviedo), de Pedro Quero Motto, y el edificio de radioterapia del Centro Médico de Oviedo, de Román Villasana Gutiérrez y Ramón Rodríguez García.
La mención especial fue para el libro de Joaquín Aranda «Autores de arquitectura en Asturias». Con este reconocimiento se quiere valorar el esfuerzo realizado en su elaboración, el interés documental y su utilidad como exhaustivo catálogo de arquitectura en Asturias.
Fuente:http://www.lne.es

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