lunes, 10 de septiembre de 2012

“La construcción puede que sea un lujo pero la arquitectura es una necesidad”

¿Qué es ser arquitecto hoy? II  Sol89: La condición elástica
“Las escuelas de arquitectura nos enseñaron a ser arquitectos sólidos: firmes pero también rígidos y, por eso, frágiles. Al acabar, muchos aspirábamos a ser gaseosos, capaces de llegar a todos sitios y mezclarnos con el medio pero corriendo el riesgo de disiparnos. Al comenzar a trabajar, los arquitectos nos volvemos líquidos, fluidos, nuestra silueta depende del contexto, lo que puede desfigurarnos excesivamente. Sin embargo, nosotros creemos que la verdadera condición del arquitecto contemporáneo debería ser la condición elástica, aquella en la que nos deformamos para amoldarnos a diversas circunstancias pudiendo recuperar nuestra forma original; así trabajamos en grupo o individualmente, sin estructuras estables y rígidas, adaptándonos elásticamente a las circunstancias y volviendo, si fuera preciso, a nuestro estado original”. La flexibilidad es la clave en el estudio Sol89 formado por María González (Huelva, 1975) y Juanjo López de la Cruz (Sevilla, 1974), que crece ligeramente en momentos puntuales.
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Su abanico de proyectos retrata la misma flexibilidad. Capaces de combinar soluciones industriales (Cafetería del Hospital de la Macarena en Sevilla) o arraigadas en el lugar (como la Escuela de Hostelería en Medina Sidonia) a la hora de ampliar edificios, su actitud, sus ideas y sus intervenciones son tan ambiciosas como posibilistas también en obras de nueva planta como el sobresaliente Centro de Formación del Cabildo en Sevilla. Todos sus proyectos desvelan las necesidades de cada intervención y por eso, solo fragmentariamente, los retratan también a ellos como autores de amplitud mental, ingeniosas soluciones espaciales y los pies firmes, pero flexibles, en el suelo.
¿Hasta dónde están dispuestos a sacrificar para poder hacer arquitectura? Preferiríamos no tener que hablar en términos de sacrificio para poder desarrollar una profesión. No debería haber épica, sólo se trata de desarrollar un oficio en el que intentamos aportar lo mejor de nosotros mismos. Sin embargo el sacrificio es ahora real, muchos arquitectos se están viendo forzados a trabajar fuera de España. Los que nos quedamos lo hacemos a duras penas y la incertidumbre rodea todo lo relacionado con este trabajo. Con todo, hay muchos modos de crear arquitectura, por lo que no creemos que dejemos nunca de hacerla, puede que ahora no la construyamos, pero la seguiremos estudiando, imaginando, dibujando y, si nos dejan, enseñando. La construcción puede que sea un lujo pero la arquitectura es una necesidad.
¿Cómo está organizado el estudio? Es pequeño y mira a un patio lleno de plantas, suele haber en él entre dos y cuatro personas. Es elástico, se expande o se contrae en función de las circunstancias con la máxima agilidad posible; así hemos podido afrontar proyectos muy distintos, desde una pequeña fuente hasta un centro de congresos, desde una charla con alumnos hasta un encuentro internacional en torno a Utzon, y al tiempo no ha generado estructuras desmedidas que hipotequen el futuro. Ser elásticos nos ha permitido sobrevivir. Sol89 somos a veces María y Juanjo, otras veces un trío con Ángel o con Paco, ahora está Andrés, y otras somos un equipo de decena y pico de personas que trabaja desde distintos sitios del país. Nos parece una característica compartida con muchos estudios de nuestra generación.
¿En cuántos proyectos trabajan ahora mismo? Andamos inmersos en un periodo que podríamos llamar de expectación agitada. A la espera del fallo de un concurso y de rematar alguna obra que la crisis ha dilatado excesivamente, trabajamos en la reforma de un antiguo convento del siglo XVI para convertirlo en espacio de exposición y creación de arte contemporáneo. Los tres trabajos forman parte del tipo de tarea más ortodoxa del estudio que tanto disfrutamos, pero empiezan a dejar sitio a otras cuestiones que siempre han estado presentes, como un proyecto editorial y nuestras tesis doctorales. Además, estamos muy ilusionados con la creación de un nuevo espacio donde poder desarrollar actividades asociadas a la labor docente y cultural, un lugar que también se ofrezca a otro tipo de personas que deseen realizar microactividades y que necesiten donde llevarlas a cabo.

¿De qué viven y cómo? En estas semanas de Planes de Ajuste de las administraciones y Recortes en la Educación esta pregunta nos la hacemos nosotros también. Hasta ahora sobrevivimos de trabajos realizados ya hace tiempo y del mínimo sueldo que obtenemos por las clases que damos ambos en la Escuela de Arquitectura de Sevilla como profesores asociados, pero lo cierto es que ambas opciones se tambalean hoy. Es especialmente preocupante aquella que atañe a la universidad, a la subida de tasas y a la posibilidad de despedir a los profesores asociados. Más allá del problema personal de los profesores que podamos ser despedidos, supondría una involución para la universidad, en concreto para la Escuela de Arquitectura de Sevilla, que vería como su potencial humano e intelectual revertiría a una situación de hace diez años. Prescindir de los profesores asociados, normalmente jóvenes con una potente carrera profesional e investigadora (¿pleonasmo?), supone cercenar el futuro de la universidad.

¿Cuántos trabajos realizan para poder hacer arquitectura? En el estudio, todos hacemos todo, como creemos que ocurre en la mayoría de aquéllos con pocos años de trayectoria. Fuera de él no queremos descartar ninguno de los trabajos para los que un arquitecto está formado, desde la deriva más técnica a la más humanista, de la más práctica a la más especulativa. El arquitecto es especialista en arquitectura, como reza el aforismo, por lo que todos los trabajos que tienen que ver con ella nos interesan. La imagen del arquitecto generada a veces por las escuelas y las publicaciones ha ocultado otros perfiles distintos al del proyectista que ni se corresponde con la realidad ni ofrece alternativas al número actual de egresados y a las necesidades de la cultura y la sociedad.

¿Qué tratan de conseguir? Pese a todo, esto no ha cambiado desde que empezamos hasta ahora, aspiramos a poder vivir de este trabajo conciliando nuestras inquietudes privadas con las necesidades públicas.
Fuente:http://blogs.elpais.com/

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