lunes, 6 de mayo de 2013

Arquitectura moderna en Fátima

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Fátima se encuentra situada en la región de Santarem, a unos 130 kilómetros de Lisboa. Es un enclave que merece ser visitado en cualquier época del año. Su población apenas supera los 10.000 habitantes aunque en fechas claves -como el 13 de mayo, festividad de la Virgen de Fátima- se puede llegar a duplicar debido al gran número de turistas que acuden a venerar a la Virgen. Por el sentimiento religioso, esta localidad portuguesa se ha convertido en uno de los lugares del país vecino que más visitantes atraen año tras año. Además de templos religiosos, podemos visitar también el Museo de Cera, el Museo de la Vida de Cristo, la Casa Museo Centro Cultural João Soares, el Museo Etnográfico? En cuanto a instalaciones hoteleras, la ciudad cuenta con numerosos establecimientos de diferentes categorías que hacen frente a la gran demanda de turistas. Sus restaurantes ofrecen una sabrosa gastronomía, con el cochinillo asado como plato principal para reponer fuerzas y unos postres típicos para cerrar los menús.
Si hay un lugar clave en la localidad de Fátima es su gran explanada. Rodeada de pequeño puestos, la histórica plaza se convierte en el centro de la visita. En ella, dos edificios diferentes y emblemáticos, que con una estética distinta simbolizan una creencia.
En un lateral se encuentra la nueva Iglesia de la Santísima Trinidad, construida por el arquitecto griego Alexandro Tombazis e inaugurada el 13 de octubre de 2007. Esta iglesia surge de la necesidad de dar cabida a un mayor número de peregrinos, pero asumiendo el reto de no desvirtuar el templo ya existente, integrándose armónicamente en el entorno.
La iglesia es grande, moderna y de color blanco. En el interior domina el amarillo perfectamente adornado con la iconografía realizada por artistas portugueses como Siza Vieira y Calapez Pedro u otros autores de renombre internacional procedentes de diferentes países como Canadá, Italia, Polonia, Eslovenia, Irlanda, Chipre, Portugal y Alemania, entre otros. Los bancos son de madera y modernos, perfectos para albergar a 8.500 personas. Las tonalidades doradas, entendidas en el mundo religioso como símbolo de la santidad, predominan en el interior de la basílica y el material empleado -la arcilla-, crea una rica gama de reflejos.
Esta dinámica luminosa de la pared se apoya en toques rojizos, que favorecen aún más la percepción del misterio. Un pasillo central adornado con ángeles dorados conduce a un enorme ventanal grabado con versos bíblicos en decenas de idiomas. Doce colosales puertas de bronce recorren los bordes de la monumental estructura de mármol redonda. En el interior, el aire cavernoso de la iglesia se ve redimido por el sorprendente retablo de la artista irlandesa Catherine Green, que muestra a un Jesucristo enjuto en la cruz, sobre el hermoso mosaico dorado y terracota del artista esloveno Marko Ivan Rupnik. Las visitas se realizan diariamente desde las 9 de la mañana a las 7 de la tarde, fuera del tiempo dedicado a misas.
Al otro lado de la explanada, el contraste: la Basílica de Nuestra Señora de Fátima. Construida entre 1928 y 1953, el templo contiene 15 espectaculares altares que representan los 15 misterios del Rosario, pinturas, imágenes y vidrieras, en buen estado de conservación.
Los visitantes reparten su tiempo entre estos dos edificios que simbolizan el fervor religioso y representan un gran contraste arquitectónico.
Fuente:http://www.eleconomista.es

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