© Efraín Pintos
Arquitectos: Alejandro Beautell
Ubicación: Tenerife, Islas Canarias, España
Equipo: Jorge Díaz, Eloy Fernández,
Cliente: Tenerife Bishopric
Área: 77.15 m2
Año Proyecto: 2013
Fotografías: Efraín Pintos
© Efraín Pintos
Descripción de los arquitectos. Se solicita la redacción de un proyecto para un edificio destinado al culto religioso católico, en la tipología de capilla o ermita bajo la advocación de San Juan Bautista. El templo, según requerimientos de la propiedad, admitirá un aforo aproximado de 40 personas y la frecuencia de celebración litúrgica será semanal. Dada la actual carestía económica, se solicita una edificación donde se optimicen los limitados recursos disponibles.
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La edificación proyectada se adapta a la forma de la parcela, como resultado de esta adaptación geométrica se obtiene un triángulo desigual o escaleno. Así pues, la ermita se proyecta como un único volumen de forma triangular en proyección horizontal, con acceso desde el lado opuesto al ángulo más agudo del triángulo. De esta manera, el espacio se va estrechando en planta, y elevando en altura, conforme nos vamos acercando al altar (del latín altare, de altus “elevación”), que se constituye como elemento principal del templo.
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A la entrada, en los pies de la ermita, se dispone la pila bautismal rodeada de un espacio libre de bancos, destinado a la celebración de este sacramento. Este espacio permitirá también albergar a fieles en pié durante las celebraciones más populosas. A continuación, se ubica la asamblea, distribuída en cuatro bancos monolíticos que nacen de la pared del Evangelio. El presbiterio se eleva sobre una plataforma de dos peldaños iluminada natural y lateralmente por un hueco, resultado de desfasar la pared de la Epístola. En dicha pared se proyecta un Vía Crucis compuesto por 14 cruces rehundidas en el hormigón. En el eje del presbiterio, y en posición dominante, se sitúa el altar y a su izquierda, a un nivel más bajo, el ambón. El sagrario se dispone en el fondo, alineado con el altar y encastrado en una hendidura que, a modo de cruz tallada en el hormigón, se eleva buscando la vertical. En este punto se produce una importante entrada de luz cenital que cualifica el espacio resultante. A nivel material, la construcción resulta de gran austeridad, la sencillez de los materiales utilizados y el empleo de recursos tales como la iluminación natural, dotan a la edificación de un carácter ascético que busca lo esencial.
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Siguiendo esta línea, el hormigón visto, en contraste con los enfoscados rugosos acabados a la tiroliana (a base del machaqueo de piedras volcánicas), junto a la interacción de la luz sobre éstos, constituyen la materialidad del proyecto. Así pues, se prescribe hormigón fratasado para el pavimento de la nave, hormigón lavado para el volumen del presbiterio, y hormigones abujardados en bruto para el fondo del altar o retablo y la pared de la Epístola; el abujardado será más ligero en las piezas que conforman el altar y el ambón. La puerta se materializará en estructura de acero oculta bajo chapas del mismo material con amplios tiradores cruciformes también de acero para pintar.
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El triángulo o trígono es un polígono determinado por tres vértices que en la tradición cristiana simboliza el Misterio de la Santísima Trinidad -un solo Dios en tres personas distintas- cada uno de los vértices es parte del mismo triángulo, representando el Misterio de Dios en Sí mismo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así pues el triángulo se convierte en Leit Motiv del proyecto. El altar se situará en el ángulo más agudo del mismo y su bisectriz constituirá el eje principal del templo. Dicho eje recorrerá los distintos estadíos de la vida de un cristiano, comenzando por el bautismo, pasando a formar parte de la asamblea y finalizando en la comunión del banquete celestial. Así pues, la pila bautismal, el altar, el sagrario y la cruz, se encuentran alineadas, como metáfora de la línea de la vida.
© Efraín Pintos
La vida de San Juan Bautista, titular de la ermita, fue un ejemplo de sobriedad y austeridad. Juan es presentado como una figura ascética, Jesús lo contrapuso a quienes “están en los palacios reales” y “visten finos ropajes”. El estilo de Juan Bautista debería instar a todos los cristianos a escoger la sobriedad como modo de vida. Así como Juan se definió como “la voz que clama en el desierto”, la ermita que llevará su nombre clamará también contra los excesos del pasado y será la precursora de un nuevo hacer, testimonio de que un nuevo arte sacro es posible.
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La austeridad no era sólo una convicción moral, fue una necesidad en todas las fases del proyecto…no teníamos oro, pero teníamos la luz, no teníamos mármol, pero el hormigón nos valía, no hay filigranas de yeso, pero el tiroliano de picón nos sirvió, tampoco encontrarán lámparas de cristal, pero cuando caiga la tarde, lás bombillas nos iluminarán de la misma manera. A través del empleo de los recursos propios del arte, y desde una visión intencionadamente contemporánea, se ha buscado imprimir a la pieza un fuerte carácter de sencillez y verdad.
Corte
Fuente:http://www.plataformaarquitectura.cl/
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