Hace tan solo unos años, lo importante de una bodega eran, sobre todo, las botellas de vino que albergaba en su interior, mientras que el edificio debía ser funcional, sin grandes alardes arquitectónicos. Hoy, eso ha cambiado. Ahora, tan importante es el continente como el contenido y así, gran parte de las bodegas de la Rioja Alavesa embriagan por su cuidado diseño, casi tanto como los caldos que en ellas se consiguen.
Esta apuesta de los bodegueros de la comarca por crear espacios únicos capaces de satisfacer al enólogo más exigente (y también al «coolhunter» amante de los edificios más rompedores) ha terminado por complementar un paisaje de cuento, salpicado de pueblos medievales encantadores, en los que parece que el tiempo se ha parado.
El Enobús
Para iniciar este viaje de los sentidos, en Semana Santa se pone en marcha el Enobús, una cómoda manera de recorrer villas, bodegas y restaurantes, sin necesidad de tener que renunciar a una copa de vino (que eso aquí es un asunto de suma importancia). Las salidas se efectúan cada sábado desde Bilbao, Vitoria-Gasteiz, Éibar, Bergara, Arrasate y Laguardia, capital de Rioja Alavesa, precisamente el punto de partida perfecto para perderse por esta tierra.
A Medievo huele Laguardia, un pueblo que tiene esa rara cualidad que hace que un lugar te transporte a otra época. Traspasar alguna de las puertas que se abren en la muralla fortificada supone entrar en una villa que recorrer sin prisa, enredándose por sus callejuelas que, inevitablemente, toparán en un momento u otro con la iglesia de Santa María de los Reyes. Lo más interesante de este templo está fuera: su pórtico policromado del siglo XVII permanece intacto.
Parada obligada es también la Plaza Porticada, la principal del pueblo, en la que destaca el curioso reloj del Ayuntamiento, con autómatas que bailan a las horas en punto, como si de una ciudad centroeuropea se tratara. Ese puntito fantástico se prolonga en el parque principal de Laguardia, donde unas curiosas esculturas de Koko Rico honran a los viajeros que pasan por allí con un conjunto de zapatos, zapatillas deportivas, bolsos y maletas realizados en acero. Para redondear una visita de fábula –que no en vano Samaniego era de aquí–, toca visitar alguna de sus numerosas bodegas subterráneas. Entre ellas, la muy conocida y tradicional El Fabulista (Plaza de San Juan, s/n. 945 62 11 92).
En la sierra cántabra
Para encontrarse con la Rioja Alavesa más inesperada, hay que salir de los muros de Laguardia. A los pies de la Sierra cántabra, nos topamos con la impactante silueta de la Bodega Ysios (Camino de la Hoya, s/n. 945 60 06 40), diseñada por Santiago Calatrava. Su silueta, que parece desmontar en acordeón la forma de una barrica, esconde un interior igualmente vanguardista, en el que la cata de vinos se convierte en toda una experiencia. Se puede visitar todos los días de la semana con cita previa.
Si la bodega de Ysios sorprende, el Hotel de Marqués de Riscal (www.marquesderiscal.com) apabulla. Llegando por la carretera, la silueta del edificio concebido por Frank Gehry, padre del Guggenheim de Bilbao, se alza imponente, exhibiendo formas onduladas y violáceas: una auténtica explosión de color que contrasta con el pueblo de Elciego, en cuyo perfil destaca su alta iglesia y el conjunto de casas palaciegas que caracterizan a esta localidad. Dentro del Marqués de Riscal, todas las posibilidades del vino están al servicio del cliente con tratamientos de vinoterapia, spa y un restaurante con inmejorables vistas. Fuera, el entorno favorece la práctica de actividades deportivas, como las rutas a bicicleta o los paseos entre viñedos.
En los alrededores de Samaniego, se encuentra una de las auténticas «virguerías» arquitectónicas de La Rioja Alavesa. En Bodegas Baigorri (www.bodegasbaigorri.com. 945 60 94 20), todos los movimientos de la uva se realizan bajo la ley de la gravedad, con las instalaciones excavadas bajo tierra. La rompedora construcción, obra del arquitecto Iñaki Aspiazu, va desvelando, según se desciende por la estructura del edificio, todo el proceso del vino. La planta por la que se accede al interior de la bodega está ocupada por un «lounge» en el que relajarse con una copa en la mano, disfrutando, en uno de sus sillones de cuero, de las impresionantes vistas.
Ya en Samaniego, nos topamos con un pueblo que esconde, entre otros atractivos, una de las mejores vistas de la zona. Desde el llamado Balcón de la Rioja se puede disfrutar de una de las mejores vistas panorámicas del entorno. Ubicado en el alto de La Herrera, toda la Rioja se divisa desde este punto privilegiado, ideal para recrear la vista con la imagen de pueblos, viñedos o bodegas: estaciones idóneas todas ellas para continuar un viaje como salido de un sueño.
Más datos
Cómo llegar: Desde Madrid tomamos la A-1 y, en los alrededores de Burgos, nos dirigimos a la AP-1. Luego debemos seguir dirección Logroño, hasta pasar cerca de Larreina. Seguimos la travesía de Samaniego hasta llegar a Laguardia. El viaje dura cerca de tres horas y media.
Dónde dormir: Hotel Villa de Laguardia (Paseo de Raimundo, 15. 945 60 05 60. www.hotelvilladelaguardia.com). Dispone de piscina exterior y spa con tratamientos de vino y aceite.
Dónde comer: El Restaurante Amelibia (Barbacana, 14, Laguardia. 945 62 12 07). Con unas vistas espléndidas, ofrece un cochinillo confitado y unas cocochas de merluza muy recomendables. Tienen menú degustación.
Fuente: http://www.abc.es
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