lunes, 24 de octubre de 2011

Arquitectura y salud

Cobijada en un desfiladero calcáreo, a 664 m de altitud, se encuentra la localidad de Alhama de Aragón, conocida en época romana como Aquae Bilbilitanorum, en clara referencia a sus conocidos manantiales, un recurso geológico excepcional que ha sido aprovechado a lo largo de la historia. Las numerosas surgencias de aguas termales son la consecuencia de un complejo entramado tectónico en el contacto entre la cuenca de Almazán y el borde del Sistema Ibérico (sólo Termas Pallarés alberga una treintena de fuentes). En los balnearios de Alhama se emplean las aguas termales para diferentes indicaciones terapéuticas. Para conocer Alhama y sus balnearios se proponen tres cortos paseos que permiten una aproximación a su paisaje y a su entorno geológico y monumental. El primero de ellos asciende hasta el castillo, situado en el cerro de la Serratilla y ofrece una visión panorámica y espectacular del conjunto. Junto al puente del río Jalón, desvío de la carretera de Godojos y Nuévalos, tomar como punto de partida la plaza de Joaquín Costa, donde se ubica un palacio aragonés con característica galería de arquillos y la iglesia de la Natividad de la Virgen, edificio barroco del siglo XVII. Se sigue la avenida de la Constitución, un vial que discurre entre las peñas del castillo y la ribera del Jalón.
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Tras pasar la fuente del Chorrillo, nos incorporamos a la antigua carretera N-II, inmediatamente después de un túnel. Justo antes de Termas Pallarés, junto a las escaleras de subida del hotel, se intuye un camino a la derecha que trepa por una inclinada losa de caliza. Una vez superada esta dificultad, un sendero muy claro y casi llano se acerca hasta el castillo de Alhama, vistosa atalaya que cumplió un importante papel durante la Edad Media, especialmente durante las guerras entre Aragón y Castilla en el siglo XIV. Enfrente cierra el desfiladero del Jalón la Peña Cortada. De vuelta a la plaza de Joaquín Costa, cruzar el puente sobre el Jalón y tomar, a la derecha, la calle de Francisco Tello, médico nacido en Alhama y discípulo de Ramón y Cajal. Un hito al comienzo de la calle nos recuerda el paso del Cid por la localidad: «Y pasó frente Alhama, por la Hoz abajo va». Más adelante se encuentran las Termas de San Roque donde topamos con el Baño del Moro, probablemente la fuente y referencia termal más antigua de España, y el balneario Cantarero. Tras una fuente, unas escaleras nos permiten subir, por unos parterres escalonados, hacia un pinar. Seguir por la calle del Calvario y bajar por la de San Roque, no perdiendo detalle de la casa natal del compositor de zarzuelas Pablo Luna. Para terminar, de vuelta al inicio de la subida al castillo, se visitan las Termas Pallarés. Previa información sobre el acceso (no plantea problemas), entramos en los fantásticos jardines de este balneario. Entre la umbrosa vegetación se esconden el hotel Cascada o el Gran Casino, edificios de principios del siglo XX que nos retrotraen a la época modernista y dorada de los balnearios. Tras pasar el río Jalón por un puente, nos aguarda la última sorpresa de la ruta: un hermoso lago termal, de casi 2 hectáreas de extensión y una capacidad de 28.000 m3, alimentado por numerosas surgencias de un agua que brota a 33 o 34 ºC de temperatura. Estas aguas termales son el original ecosistema de un molusco, Melanopsis penchinati, un caracolillo que está clasificado en el catálogo de especies amenazadas de Aragón como sensible a la alteración de su hábitat. Finalizar la excursión con una vuelta completa al lago es una auténtica delicia.
Tras pasar la fuente del Chorrillo, nos incorporamos a la antigua carretera N-II, inmediatamente después de un túnel. Justo antes de Termas Pallarés, junto a las escaleras de subida del hotel, se intuye un camino a la derecha que trepa por una inclinada losa de caliza. Una vez superada esta dificultad, un sendero muy claro y casi llano se acerca hasta el castillo de Alhama, vistosa atalaya que cumplió un importante papel durante la Edad Media, especialmente durante las guerras entre Aragón y Castilla en el siglo XIV. Enfrente cierra el desfiladero del Jalón la Peña Cortada. De vuelta a la plaza de Joaquín Costa, cruzar el puente sobre el Jalón y tomar, a la derecha, la calle de Francisco Tello, médico nacido en Alhama y discípulo de Ramón y Cajal. Un hito al comienzo de la calle nos recuerda el paso del Cid por la localidad: «Y pasó frente Alhama, por la Hoz abajo va». Más adelante se encuentran las Termas de San Roque donde topamos con el Baño del Moro, probablemente la fuente y referencia termal más antigua de España, y el balneario Cantarero. Tras una fuente, unas escaleras nos permiten subir, por unos parterres escalonados, hacia un pinar. Seguir por la calle del Calvario y bajar por la de San Roque, no perdiendo detalle de la casa natal del compositor de zarzuelas Pablo Luna. Para terminar, de vuelta al inicio de la subida al castillo, se visitan las Termas Pallarés. Previa información sobre el acceso (no plantea problemas), entramos en los fantásticos jardines de este balneario. Entre la umbrosa vegetación se esconden el hotel Cascada o el Gran Casino, edificios de principios del siglo XX que nos retrotraen a la época modernista y dorada de los balnearios. Tras pasar el río Jalón por un puente, nos aguarda la última sorpresa de la ruta: un hermoso lago termal, de casi 2 hectáreas de extensión y una capacidad de 28.000 m3, alimentado por numerosas surgencias de un agua que brota a 33 o 34 ºC de temperatura. Estas aguas termales son el original ecosistema de un molusco, Melanopsis penchinati, un caracolillo que está clasificado en el catálogo de especies amenazadas de Aragón como sensible a la alteración de su hábitat. Finalizar la excursión con una vuelta completa al lago es una auténtica delicia.
Fuente:http://www.heraldo.es

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