martes, 22 de noviembre de 2011

Arquitectura que guarda la historia

Desde la avenida de la Paz hasta el centro de la villa llanisca se puede seguir la pista de Joaquín Ortiz -el primer arquitecto municipal- a través de las fachadas de los edificios que diseñó. En ese recorrido arquitectónico se puede regresar también a las primeras décadas del siglo pasado, que es lo que propone la exposición «Joaquín Ortiz: arquitectura y modernidad en el Llanes de los años 30», inaugurada ayer en la Casa municipal de Cultura.
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Ortiz (Valladolid, 1899-Ribadesella, 1983) sacó la primera plaza oficial de arquitecto municipal en 1929 y permaneció en el municipio hasta 1937, cuando debido a la Guerra Civil se marchó al exilio. La muestra explica a través de 27 paneles las características de la obra del arquitecto -ligado al racionalismo- y algunas pinceladas sobre su trayectoria vital y familiar. Además, en diferentes vitrinas se recogen objetos personales como fotografías de familia, planos, su pasaporte o revistas sobre arquitectura que recibía de toda Europa.
«Esta exposición hace justicia y reconoce el trabajo de un hombre olvidado», aseguró el concejal José Manuel Herrero durante la inauguración de la exposición, producción propia del Ayuntamiento. El director de la Casa de Cultura y comisario de la muestra, Higinio del Río, afirmó sobre Ortiz que es un personaje «de esos que te atraen más cuanto más investigas». Entre otros aspectos de su vida, destacó que fue suspendido de empleo y sueldo por participar en la Revolución asturiana de octubre de 1934 y que fue el responsable de salvar el retablo de la Santísima Trinidad de la basílica de Santa María al inicio de la Guerra Civil.
El edificio de la antigua rula es obra suya, al igual que el inmueble de pisos «Borinquen», ubicado frente al Colegio Divina Pastora; la casa de Contró, delante de Correos; la corrada de Porrúa o un hangar en el aeródromo llanisco, hoy campo de golf. Durante los años que trabajó para el Ayuntamiento se hicieron dieciocho escuelas en el concejo y poco a poco fue ampliando su trabajo, hasta tener un despacho en Gijón, donde levantó edificios como el de la calle San Miguel, número 1. Cuando terminó la Guerra Civil, Ortiz -que se encontraba en Francia- se exilió a la República Dominicana (1940-1945) y más tarde a Venezuela (1945-1977). En ambos países desarrollaría notables y numerosos proyectos arquitectónicos, y algunas de las casas que diseñó en esos países guardan similitudes con viviendas unifamiliares construidas en Llanes.
Fuente:http://www.lne.es

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