miércoles, 7 de diciembre de 2011

Arquitectura en estado puro

Deambular por el recuperado Pabellón de la Navegación de Sevilla es como hacerlo por las entrañas de un gran buque. La versatilidad del acero sorprende al visitante cuando el material se hace paredes, pavimentos o, en una alarde de sofisticación, se reviste de un plateado mate, acabado que se consigue laminando el acero inoxidable en caliente.
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Materiales, texturas, un gran respeto por la luz natural y generosidad en los espacios son las bazas con las que juega el arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra en la recuperación de un edificio que él mismo proyecto para albergar una muestra efímera en la Exposición Universal de 1992. El arquitecto ha devuelto al edificio su estructura original para adaptarlo a nuevos usos expositivos y congresuales; así como para dotarlo de una atractiva área de servicios que incluye dos restaurantes y una cafetería.
"La intervención más importante ha sido la construcción de un nuevo acceso principal a través de la plaza cubierta que conecta la cota superior de la Plaza de los Descubrimientos con el nivel inferior del Muelle de Indias. Es una plataforma casi ingrávida de acero cortén y cristal. Pero también hemos actuado en el resto del edificio, sobre todo para frenar el deterioro que ha sufrido en los últimos 20 años debido a su escaso mantenimiento", explica Vázquez Consuegra a pie de obra.
"Durante el recorrido por el pabellón, el visitante se encontrará distintas alturas y proporciones, juegos de escalas, espacios que se dilatan y se contraen y un especial tratamiento de la luz natural", explica el arquitecto, autor de las dos fases de la rehabilitación del Palacio de San Telmo de Sevilla y ganador de los concursos para convertir las Atarazanas Reales en el nuevo CaixaForum y rehabilitar el Museo Arqueológico, ambos en Sevilla.
La intervención en la Navegación, que comenzó en marzo de 2008, ha contado con un presupuesto de 7,3 millones de euros a los que habrá que sumar los 3,7 millones de euros que la empresa GPD empleará en la creación de la exposición permanente. El total, 11 millones, los paga la Empresa Pública de Gestión de Activos S A (Agesa), que depende de la Consejería de Hacienda.
El Pabellón de la Navegación, que fue la estrella de la Expo 92 y que desde 2007 goza de una protección especial al estar inscrito en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz, cerró al público en 1999 y volverá a abrirse en diciembre de este año. Han sido 12 años durante los cuales el edificio tan solo se ha utilizado para congresos y la celebración de eventos corporativos e institucionales.
Tras la finalización, esta semana, de las obras, el inmenso edificio de 18.000 metros cuadrados se prepara para albergar una exposición permanente sobre la relación de la ciudad con el mar, Sevilla y la navegación atlántica, en los 2.700 metros cuadrados de la planta superior; además de para ofrecer muestras temporales y congresos en la inferior.
La planta baja del pabellón, que gracias al ventanal que da al Guadalquivir podrá incorporar también el espacio abierto del Muelle de Indias, se transforma en un gran continuo que termina en la misma margen del río e invita a subir a la torre Mirador, también parte del conjunto y desde la que se obtiene una bella panorámica de la ciudad a 65 metros de altura. La intención del arquitecto, que huye de las imposiciones, ha sido crear un espacio diáfano sembrado de esbeltas columnas blancas y que, gracias a un moderno sistema de paneles móviles, se puede transformar en hasta tres salas independientes, según las necesidades de uso.
"Cuando construimos el pabellón el material predominante fue la madera, el mismo que se ha usado durante siglos en las embarcaciones; mientras que en esta segunda intervención hemos elegido el acero, el material que revolucionó la navegación en el siglo XIX. Ambos conviven con naturalidad en el pabellón que se a adaptado a un nuevo programa de usos", explica Vázquez Consuegra, premio Nacional de Arquitectura en 2005 y autor de obras con alma de barco como el Museo del Mar en Génova (Italia), la Ordenación del Borde Marítimo de Vigo o el Museo Nacional de Arqueología Subacuática en Cartagena.
"Es fundamental que el proyecto expositivo y el arquitectónico sean complementarios y entren en resonancia, siempre a favor del espacio. Hay que establecer una relación de coherencia; mantener los espacios abiertos con luz natural y reservar los audiovisuales para los espacios cerrados", advierte Vázquez Consuegra a quien el montaje de la exposición temporal que pudo verse durante la Expo no le pareció que respetara el edificio.
La cafetería, con un enorme balcón que mira al Guadalquivir y a Sevilla, y la estudiada simplicidad de los dos restaurantes situados en el cuerpo sur del edificio completan la nueva oferta del pabellón. Al arquitecto, además de la luz y el espacio le gusta el silencio, así que en todas las estancias dedicadas a la restauración lamas verticales de madera sobre un panel acústico recubren techo y paredes para crear una atmósfera en la que resuenen los ecos Guadalquivir.
Fuente:http://www.elpais.com

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