martes, 17 de enero de 2012

Arquitectura de autor

Tioda, de origen lombardo, llegó a Asturias durante el reinado de Alfonso II el Casto para convertirse en el arquitecto de la corte. Su firma autógrafa incluso aparece estampada en el testamento del Rey, y bajo su dirección se construyó la cripta de Santa Leocadia, integrada en la catedral de Oviedo, o la iglesia de San Julián de los Prados, hoy Patrimonio de la Humanidad. Pocos datos más han trascendido de su biografía, aunque suficientes para ser considerado el primer arquitecto conocido de la región.

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A partir de él, que realizó su obra en el siglo IX, arranca «Autores de arquitectura en Asturias», libro con el que Joaquín Aranda hace inventario de las principales edificaciones del Principado. Este recorrido histórico recala a orillas de la ría de Avilés, en el proyecto que el prestigioso Oscar Niemeyer regaló a los asturianos para agradecer el premio «Príncipe» de las Artes. La idea envuelve un centro cultural que, gracias a la firma del brasileño, se ha convertido en atracción turística de primer nivel, captando incluso la atención de numerosas celebridades internacionales.
Entre Tioda y Niemeyer aparecen «unos 1.500 nombres», que el gijonés Joaquín Aranda presenta por orden alfabético, con ficha biográfica y resumen de obras destacadas. «No los conté, pero por ahí andan», admite el que fuera decano del Colegio de Arquitectos de Asturias. Da una idea del volumen de información que ha manejado para este trabajo, entre archivos personales, prensa de la época, referencias volcadas en internet y libros especializados. «Llevo casi 20 años recabando datos», explica.
El libro «Autores de arquitectura en Asturias», que acaba de ver la luz, concentra en 357 páginas la inquietud histórica de Joaquín Aranda por su profesión. Aunque, consciente de que no se le puede poner punto final a una actividad que está en permanente desarrollo, este diccionario de la arquitectura asturiana «queda abierto para que se le añadan más nombres».
Aranda ha procurado, no obstante, que su gremio quede ampliamente representado. Incluso matizó el título inicial -de «Arquitectos de Asturias» se cambió a «Autores de arquitectura en Asturias»- para dilatar el contenido del libro todo lo posible, teniendo en cuenta que «hasta el siglo XVIII la construcción de edificios estuvo en manos de maestros canteros o carpinteros, según su oficio, que reunían las dos funciones, que proyectista y constructor desarrollan ahora de forma independiente».
No se habla por primera vez de un título de arquitecto hasta que se fundó la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en 1752; pero «no podía dejar fuera del libro» a quienes ya venían diseñando edificios con anterioridad. De ahí la generalización de autores de arquitectura, denominación que también permitió abarcar a «los maestros de obras que existieron a lo largo del siglo XIX».
Aranda precisa, además, que «si cambié el "de Asturias" por "en Asturias", fue para incluir a personajes tan importantes como Luis Moya (autor de la Universidad Laboral, hoy Ciudad de la Cultura) o Joan Rubió y Bellver (discípulo de Gaudí que diseñó la Iglesiona)». De esta forma, el arquitecto gijonés pudo ir incorporando «muchos nombres que me fueron apareciendo durante la investigación», más allá de títulos académicos. «Se ha construido mucho y bien en Asturias», sostiene el técnico gijonés, premio «Asturias» de arquitectura 1991 y autor, entre otras obras, de la sede de la Policía Municipal y del parque de Begoña.
En su investigación histórica Gijón ocupa un lugar destacado, porque, «a partir del siglo XIX, cuando empezó a crecer de la mano del carbón, se comió a toda Asturias» en cuestiones arquitectónicas. «Dejó de ser un pueblín para convertirse en el concejo donde el sector de la edificación ha adquirido mayor importancia», apostilla. A ello han contribuido y contribuyen desde Manuel del Busto, titulado en 1898, a Víctor Longo y Esther Roldán, arquitectos del siglo XXI que han cosechado ya varios premios como tándem profesional. «Y cada año se construyen en Asturias gran cantidad de edificios que necesariamente pasarían a engrosar estas páginas», sostiene Aranda, poniéndole un punto y seguido a su libro.
En el libro hay pocos nombres de mujer, porque la arquitectura, como muchas otras profesiones, fue masculina hasta bien entrado el siglo XX. Según Joaquín Aranda, Nieves Ruiz «fue de las primeras que hubo en Asturias». Arriba, a la izquierda, la plaza de Europa, una de sus obras en Gijón. En el centro, Joan Rubió, el discípulo de Gaudí que diseñó la Iglesiona, de cuya dirección de obra se ocupó el municipal García de la Cruz. Y, a la derecha, San Julián de los Prados, de Tioda, el punto de partida de «Autores de arquitectura».
Fuente:http://www.lne.es/

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