martes, 17 de abril de 2012

Bo Bardi: arquitectura que late

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La arquitecta Ana Araujo quiso que el fotógrafo Iñigo Bujedo Aguirre retratara los edificios que Lina Bo Bardi(1914-1992) levantó en Brasil. La Casa de Cristal (1950-51) o el Museo de Arte de Sâo Oaulo (1957-68) han sido fotografiados notable y profusamente. Pero Araujo buscaba capturar la vida de esos edificios para explicar con su vigencia quién fue Bo Bardi y para demostrar por qué fue una “arquitecta humanista”.  Las fotografías de Bujedo Aguirre están más atentas a la vida que al hormigón y por eso convierten la arquitectura en escenario, le reconocen todo su valor, pero no la alejan de los usuarios. Al contrario, la obra de Bo Bardi, que año tras año sigue pareciendo nueva y renovada, de la mano de este reportaje consigue volver a hablar.  Las imágenes podrán verse en la muestra Lina & Gio: the last humanists que la Architectural Association de Londres inaugurará el próximo viernes.

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En la exposición, más allá de contemplar el potente latido de Bo Bardi, Araujo, profesora en la AA de Londres, hace converger la trayectoria de la arquitecta italiana con la de otro proyectista polifacético, también editor y, a su vez, también clave en la digestión de la modernidad, Gio Ponti (1891-1979).
Antes de establecerse en Brasil, Bo Bardi había trabajado con Ponti en Domus, la revista que él había fundado. El prolífico diseñador y autor del rascacielos Pirelli junto a la estación de trenes de Milán solía describirse como el último humanista para mofa de sus competidores de la revista Casabella. Araujo asegura que eso sucedía porque, por entonces, en el último tercio del pasado siglo, las ideologías humanistas tenían mala reputación.  Los pensadores del momento, de Michel Foucault a Jacques Derrida pasando por Roland Barthes, lo criticaban y esa crítica tuvo un eco en el trabajo de muchos arquitectos. Así, “el título de la muestra busca preguntar si realmente hemos superado el humanismo”, explica Araujo. O si debemos seguir buscándolo.  “La fe en el ser humano –en sus actividades, historias, dignidad y mitos- es clave para la vida  y la arquitectura puede reforzar esos valores, aunque eligiera distanciarse de ellos”, opina la comisaria. Por eso cree que Bo Bardi y Ponti encierran una lección para la arquitectura actual: están acostumbrados a mirar la vida desde muchos puntos de vista. La vitalidad de su herencia deriva, precisamente, de su trabajo polifacético. Ambos publicaron, escribieron, diseñaron y construyeron. Fueron autores y colaboradores. Hicieron arquitectura, pero también teatro, cine, arte o periodismo. “Las personas capaces de trabajar en varios campos a la vez están acostumbradas a mirar la vida desde muchos puntos de vista. No se quedan encajonadas. Se rigen por principios de colaboración y por la idea de aportar a la humanidad y de celebrar las aportaciones. La idea de investigar con el juego y con el “encantamiento”. En palabras de Ponti “danos nuestro encantamiento diario”.  La arquitectura no puede ser un ente independiente de la cultura pero tampoco de la sociedad de cada momento. Puede que haya llegado el momento de recurrir de nuevo a dos arquitectos extraños que en todos sus proyectos celebraban la vida. Así rendían homenaje a la gente. Y a la arquitectura.
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Fuente:http://blogs.elpais.com/

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