jueves, 17 de mayo de 2012

Memorias de un viejo roble

TERE GRADÍN Lo suyo es aproximarse a la arquitectura a través de lo ya existente, y lo que había en esta zona de la localidad coruñesa de Cee con privilegiadas vistas a la costa era un entorno con vegetación de castaños y robles, uno de ellos centenario en el centro, que sigue ahí, anclado en el talud como guardián protector de esta casa diseñada por Juan Creus y Covadonga Carrasco que resuelve la pendiente del terreno con dos volúmenes bajo una cubierta a dos aguas invertida. Es el propio emplazamiento el que soluciona la distribución de la vivienda, ganadora de un accésit de los premios Juana de Vega de Arquitectura.
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"La pendiente hacia el sur, con un bancal central de cuatro metros de altura, la visión de la ría, la vegetación de castaños y robles, uno de ellos el ejemplar centenario en el centro, son el ambiente que la casa recoge y que en cierto modo ayuda a mantener", explican los arquitectos. El garaje separa los espacios habitables de la vía rodada, define un patio y establece a partir de él una primera crujía longitudinal en la que se sitúan los elementos de servicio.
"Realmente es su cubierta, inclinada con la pendiente, la que al remontar para obtener mejores vistas y luz, crea la casa, con el salón, la cocina y el estudio, uno tras otro separados por grandes puertas correderas con la idea de nave, de espacio único orientado hacia el sur y con salida a una terraza que recorre todo el frente de la fachada", apuntan Juan Creus y Covadonga Carrasco de su proyecto.
Debajo se sitúan los dormitorios, abiertos hacia el sol y también con una terraza de lado alado que se prolonga en el jardín. Frente al gran árbol, la fachada sur se le aproxima “como una gran boca que intenta devorarlo, incorporarlo como protección y ambiente estacional”, continúan estos reconocidos arquitectos. El viejo árbol que cuenta la historia del lugar es símbolo de la continuidad en el tiempo, centro y tronco, igual que la casa que se desliza por el terreno.
Dentro los espacios son diáfanos y luminosos, destilan optimismo y calidez. El azul de la costa y los verdes del jardín contrastan vivamente con el blanco de paredes y techos, y cada tonalidad se acentúa. La madera no hace sino aumentar la sensación envolvente del conjunto.

  La madera integra interior y exterior.
  La vivienda se adapta a la pendiente.
  La cocina, con el centenario roble enfrente.
  Nivel superior de la edificación.
Fuente:http://www.levante-emv.com

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