David Lee y Anthony Stahl, estudiantes de arquitectura de la Universidad Estatal Politécnica de California y co-fundadores de metous studio, ganaron el primer lugar en el Reto internacional de despachos de arquitectura 2010 de rascacielos por su proyecto titulado Barrio de los paracaidistas. Aquí se presentan imágenes de su propuesta ganadora.
Esta torre preserva el carácter de la ciudad de México -en especial su tendencia al cambio, el mosaicismo de su carácter urbano, y el tradicional barrio- y es el esquema para una nueva ciudad vertical. La naturaleza y función de esta ‘torre’, que contiene autopistas, plazas abiertas y parques, son las de proveer un potencial ilimitado para un nuevo ambiente urbano vertical.
Al respetar los aspectos comunitarios de la ciudad, al tiempo que permite su crecimiento, este nuevo esquema urbano reta la calidad estática e inmóvil de la tipología actual de las torres.
A mayor escala, la cultura de la ciudad de México es una composición tipo mosaico de muchas culturas diferentes. Su herencia e historias son diversas, mixtas y marcadas por una evolución y cambio constantes. A una menor escala, el corazón de la cultura mexicana es la comunidad y la familia, las cuales están fuertemente influenciadas por el barrio tradicional y la calle -siendo ambas conexiones físicas y espacios de interacción de todas las personas que las viven. La contaminación del aire, la falta de agua limpia y la sobrepoblación, que ha ocasionado la pérdida de espacios públicos, son los principales problemas que enfrenta México.
La ‘torre vivienda’ debe atender asuntos generales, tales como la identidad, y asuntos más pequeños o de escala personal, relacionados con la habitación y el vivir. La tipología existente de las torres, en donde los habitantes están aislados y segregados, es contradictoria con la identidad de México como país y con la cultura de sus habitantes. En la torre contemporánea, el barrio y la calle no existen, por lo tanto se pierde la comunidad de forma horizontal y vertical. Más aún, el significado de la torre se limita únicamente a un objeto extraño, singular y predefinido que se opone a la naturaleza diversa de México.
Por lo tanto, los arquitectos abordaron el diseño de esta torre prototípica como una solución de diseño urbano. Los componentes clave de la trama urbana se conservan y se desplazan verticalmente en una organización urbana en forma de cuadrícula tridimensional, convirtiéndose en el nuevo esquema de la ciudad de México. El esquema cuadriculado se divide en seis cuadros masivos que funcionan como muros de carga. Esto permite la libertad visual y de circulación, así como la entrada de luz natural a lugares profundos de la torre. Las calles se extienden entre los marcos, haciendo que el sistema completo sea una estructura rígida.
Este diseño estructural permite que la arquitectura dentro de la torre se desarrolle con el tiempo, creando una composición dinámica de vecindarios verticales que crecen hacia adentro y alrededor.
Los espacios sub-públicos y privados evolucionan de forma orgánica, creando complejos espacios urbanos similares a aquellos del México histórico. La esencia de la comunidad mexicana se preserva en los espacios urbanos de la torre, al tiempo que se mantiene su tendencia al cambio.
La calle se continúa hacia arriba desde la planta baja, zigzagueando a todo lo largo de la torre, literalmente conectando a todos los residentes y los diferentes barrios. Por lo tanto, la calle se inclina, se gira y se expande en respuesta a la luz del sol, el viento, las colindancias y la densidad de población. Las vías públicas principales se amplían para dar espacio al programa comercial y se conectan con los parques y plazas más grandes. Zonificada de la misma manera que una ciudad, la torre sigue las proporciones apropiadas de áreas de construcción, abiertas y verdes. Tomando como base la densidad de población y los factores de circulación, la torre tiene una plaza principal con salas de cine y un parque principal. Un nuevo 'metro' de elevadores conecta los espacios sociales principales y se liga directamente con la línea de metro subterráneo, permitiendo que los habitantes viajen rápidamente a los diversos barrios ubicados en la torre y al resto de la ciudad.
Al ubicarse en todo México, la torre actúa como un sistema de soporte masivo, un pulmón urbano que filtra el agua que recolecta y que limpia el aire a su alrededor.
Para garantizar una buena calidad de vida en comunidad, se desarrolló un 'código de zonificación vertical'.
Los lineamientos prescritos crean un algoritmo de crecimiento, permitiendo una proporción adecuada de áreas construidas que preserve las áreas verdes y los espacios vacíos. Estas normas promoverán que los vecindarios crezcan de forma no lineal, creando entornos íntimos en donde las personas residan. El vecindario es organizado, no obstante macrobiótico, creando situaciones espaciales fascinantes nunca antes vistas en el contexto urbano.
La interacción social ocurre ahora tanto por encima como por debajo de la planta baja. A partir de una interacción más personal e inmediata, el tipo de interacción en este lugar crea una identificación con una comunidad más grande en términos de la conciencia visual de vecindarios suspendidos en la ciudad vertical.
Los niveles que se encuentran por encima del nivel de la calle funcionan como la parte más pública de la nueva morada mexicana, y la parte que se ubica debajo de este nivel funciona como un espacio más privado.
A su vez, surgen nuevas formas de vivienda: objetos tridimensionales con posibilidades formales y espaciales infinitas. Cada edificio tiene su propia estructura y se construye sobre la súper-estructura, un sistema no modular permite que los vecindarios se desarrollen con una riqueza y diversidad características del contexto más amplio de la ciudad de México. La torre, deja de ser un contenedor vivo extraño y se vuelve un lugar dinámico, compuesto de plazas, parques y diversas subdivisiones que trabajan al unísono para crear un intrigante hábitat comunitario vivo.
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