viernes, 27 de mayo de 2011

Arquitectura a cielo raso

BATIENDO al gigante Norman Foster, el arquitecto cordobés Rafael De La-Hoz acababa de ganar el concurso de una smart city en Bucarest cuando en 2008 dábamos a conocer en las páginas de este periódico el que sería su primer legado para Huelva: el edificio Ramade, cuya estructura se alza en el solar del antiguo Garaje Matías, en la avenida de Italia. Una ambiciosa fachada residencial (que sufrió una parálisis, víctima de la crisis) en el que De La- Hoz imprimió un nuevo lenguaje arquitectónico para concebir en esta manzana de 5.000 metros cuadrados un alegoría del "alma" urbana onubense, revistiendo el inmueble de una piel metálica e industrial que en su interior encerraba "la ciudad luminosa y habitable que es Huelva. Aunque son los edificios los que construyen las ciudades -dijo el ahora designado autor de la futura estación del AVE-, en realidad son las ciudades las que influyen en el diseño de los edificios, que no deben traicionar el carácter y la tradición urbana". Así, dos bloques paralelos se entrelazan por una zona común sobreelevada con un futuro jardín en representación de los cabezos onubenses.
Esta concepción metafórica de la arquitectura e incluso del planeamiento urbanístico, inspirada en la propia ciudad, a su imagen y semejanza, la incubó también en Huelva el equipo de arquitectos madrileños encabezados por Antonio Bravo, con el proyecto que en 2003 ganó el concurso de ideas para la transformación del corazón de Isla Chica en los terrenos del Estadio Colombino, una propuesta en la que los volúmenes y la sinuosidad de las edificaciones y del propio parque central es una alusión directa a los promontorios de esta tierra y sus marismas, introduciendo también un estanque artificial. Han pasado ocho años y seguimos en la perspectiva de la ciencia-ficción, en un culebrón en el que, en estos momentos, a dos meses y medio de las elecciones municipales, los últimos movimientos abocan el solar de Isla Chica al enésimo bloqueo, presa de las zancadillas políticas. Sin caer en las utopías de un mundo feliz, cabe preguntarse cuánto avanzaría Huelva si se librara siquiera de una dosis de esta confrontación, en la trama permanente de intereses camuflados.
Lamentablemente es ésta una cuestión transversal, en la actual combinatoria político-institucional, y otros ejemplos paradigmáticos, eternos también, los hemos tenido en la operación del Ensanche y en la guerra del AVE y la estación, que en este último contexto ha terminado en un happy ending, con la decisión unánime del jurado para que sea el proyecto 'Puerta Umbría', de Rafael De-La Hoz [independientemente de cómo se bautice luego a la criatura], el que se convierta en icono de la Alta Velocidad, alzándose dentro de tres años a 500 metros de la Plaza de El Punto. Una maqueta mucho más realista que la del tsunami Calatrava, con una nueva recreación en la luz de Huelva, en la que se ha tenido muy en cuenta el encaje urbanístico, la orientación y una estética que, como defiende el Colegio Oficial de Arquitectos, garantiza que la estación de Las Metas sea "sin duda, un extraordinario edificio para nuestra provincia y un hito arquitectónico tan necesitado en nuestra ciudad", apunta el decano del colectivo, Gonzalo Prieto, esgrimiendo dos razones principales: (1) Se trata de un edificio de características estéticas y técnicas muy diferentes a los de su entorno. (2) Se encuentra en el centro de un espacio de grandes dimensiones que permiten su visión desde muchos puntos lejanos, disponiendo en su entorno de otros usos de circulación, paseos y aparcamientos que no distraen el atractivo de su contemplación.
"En la excelente concepción del proyecto, -explica Prieto- destaca el diseño del extraordinario vuelo de su cubierta en la orientación natural de su acceso, ampliando exteriormente el vestíbulo de entrada y creando un gran espacio de relación peatonal que, de forma semejante a la boca abierta de un tiburón, acoge y proyecta los pasajeros de la estación en su salida y llegada a la ciudad".
"La singularidad -añade- y, al mismo tiempo, la sencillez de las formas de su diseño, unido a la unificación de sus materiales de revestimiento, metálicos y transparentes, lo convierten es sí mismo en una imagen atractiva pero sosegada, conformándose sin ninguna duda, en un hito arquitectónico para su entorno urbano por un lado y para el resto del paisaje plano de su emplazamiento". Desde esta óptica, subraya el decano que la estación se conforma como un gran espacio rectangular como pirámide truncada invertida, con la pretensión de edificio compacto y rotundo y, a su vez, con un sistema constructivo estructural muy singular.
Una inserción con la que De la Hoz quiere representar un gran retablo horizontal, una tabula rasa -para el arquitecto cordobés, éste el concepto que mejor define su propuesta- hacia la Huelva del siglo XXI. Poéticamente, en cine y literatura el recurso escénico de la estación se acuña como un no-lugar en el que se hace borrón y cuenta nueva, una puerta abierta entre el tiempo y el espacio.
Y en ese tránsito estamos, siempre en el punto de ebullición.


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