miércoles, 1 de junio de 2011

La arquitectura se aclimata

La edificación es uno de los sectores hacia los que se dirigen los esfuerzos para reducir el consumo de energía. En este contexto, el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) ha editado el manual Sostenibilidad energética de la edificación en Canarias, una guía que nace como referente para la construcción en el Archipiélago durante la próxima década, tomando como punto de partida la arquitectura tradicional canaria, basada en la adaptación de la edificación al clima, pero con tecnología actual.
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El libro fue realizado por el ITC (Instituto Tecnológico de Canarias) con la colaboración de profesionales implicados en arquitectura bioclimática, clima y ecología. Es el caso de la arquitecta Araceli Reymundo Izard, coautora del citado manual en el que se desvelan las claves del diseño bioclimático. "Las estrategias bioclimáticas son fundamentales para mejorar el confort en el interior de los edificios (viviendas, oficinas, colegios?) al tiempo que se reduce el consumo de energía. "En este sentido el manual del ITC será de gran trascendencia para el ahorro energético y la reducción de emisión de CO2 en Canarias", dice.
No obstante, la experta va más allá de la edificación y se centra en la necesidad de "hacer ciudad" sostenible. "Es importante hacer piezas (los edificios) cada vez más sostenibles, pero es igual de importante, si no más, que el marco en el que se insertan estas piezas (la ciudad) sea sostenible también, e intentar mejorar la calidad de vida del ciudadano".
En este sentido, la arquitecta pone como ejemplo el proyecto de urbanización de viviendas sociales en el municipio de La Victoria, en Tenerife, al que califica como "una reflexión y una propuesta integral de lo que es la sostenibilidad". El Plan se articula en torno a las estrategias de lucha contra el cambio climático del Gobierno canario, tales como el equilibrio del sistema territorial y de ciudades, la conservación de los valores del suelo rústico y la reutilización del suelo consolidado, junto al aumento de la complejidad funcional y social de la ciudad y el aumento de la calidad del espacio urbano.
El proyecto parte con cuatro objetivos básicos: el ahorro de recursos; favorecer la accesibilidad y la calidad del espacio urbano; impulsar la complejidad social; y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
El ahorro de recursos implicó, por un lado, el aprovechamiento eficiente del suelo, cambiando el planeamiento que proponía ocupar toda la parcela con dos plantas de edificación y aumentarla a cuatro plantas para liberar gran parte de la misma de edificaciones, ganando suelo público arbolado y libre de coches.
Otra clave es el aprovechamiento del agua mediante una estrategia múltiple: favorecer la eficiencia colocando aireadores en los grifos y el uso de tanques de cisternas de doble descarga; aprovechar el agua de lluvia con un circuito independiente en las cubiertas de los edificios que la recoja y la lleve a un aljibe situado en la pared baja de la urbanización; y el reciclaje de aguas grises recogidas de los edificios y depuradas para reutilizarlas junto a las de lluvia para el riego de la urbanización y del viñedo existente al otro lado del barranco.
Respecto al ahorro energético, se propone una arquitectura solar pasiva, que favorece la captación solar durante los meses más fríos, las protecciones solares adecuadas a cada tipo de orientación, inercia térmica y un sistema idóneo para retener las condiciones de confort creadas en el interior de la vivienda. Igualmente todas las viviendas tendrán ventilación cruzada para disipar la humedad. Asimismo se contempla el uso de energías renovables con colectores solares para agua caliente sanitaria y placas fotovoltaicas; y la eficiencia en la iluminación, de forma que el estudio otorga a todos los espacios, incluidos baños y garajes, iluminación natural para reducir el uso de energía eléctrica en el interior.
Para favorecer la accesibilidad y la calidad del espacio urbano, los recorridos interiores de la parcela son peatonales, ya que los coches desaparecen en cuanto entran en la misma mediante un recorrido subterráneo (ventilado naturalmente) que comunica con los garajes de cada edificio. Todas las viviendas son también accesibles por personas de movilidad reducida.
Se fomenta la complejidad social con la inclusión de dos equipamientos básicos en la parcela residencial: un centro de día para ancianos y una guardería infantil, ambos edificios próximos y con posibilidad de compartir un espacio exterior común. Asimismo el proyecto, para incrementar su viabilidad, se acoge a subvenciones del Plan Canario de Vivienda, como el es caso de las ayudas para vivienda joven y para mayores de 65 años.
El último objetivo, la reducción de gases de efecto invernadero, se afronta con la reducción de la dependencia del coche; reduciendo los consumos eléctricos (tanto en iluminación como en confort); y al potenciar el espacio peatonal con arbolado, se introducen "sumideros" de CO2.
"En Arquitectura tenemos que pensar no solo en actuaciones puntuales, sino en estrategias globales, en solucionar todas las cosas que podamos en el mismo proyecto. Esto se hace en el proyecto de La Victoria, que es aplicable a cualquier otra zona de Canarias", indicó Reymundo.


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