jueves, 2 de junio de 2011

La Tate homenajea a James Stirling, arquitecto difícilmente clasificable

La galería Tate Britain dedica una exposición al arquitecto británico James Stirling (1924-1992), creador de edificios tan singulares como la Neue Staatsgallerie, de Stuttgart, o la Facultad de Historia de la Universidad de Cambridge.
Coorganizada con el Canadian Centre for Architecture, de Montreal, y el Yale Center for British Art, New Haven (EEUU), la exposición, que podrá visitarse hasta el 21 de agosto, tiene lugar en la galería Clore, del museo británico, un edificio diseñado por el propio arquitecto.
Stirling está considerado como uno de los más brillantes arquitectos del siglo XX, y su archivo, que se conserva en el citado centro de arquitectura de Montreal, contiene una importante colección de dibujos, alzados, modelos, documentos y fotografías, indispensables para entender la complejidad de su obra.
Titulada "Notas del Archivo", la exposición ha estado al cuidado de Anthony Vidler, decano de la Irwin S. Chanin School of Architecture, de The Cooper Union (Nueva York), con la colaboración de la propia directora de Tate Britain, Penelope Curtis.
Stirling es un arquitecto con un estilo muy personal y por tanto a todas luces difícil de clasificar -ha sido adscrito a distintos movimientos o corrientes, desde el racionalismo hasta el posmodernismo, pasando por el eclecticismo o el neoclasicismo-, pero Vidler rechaza la inconsistencia que algunos le han atribuido.
Algunos de sus proyectos más notables, como el Florey Building, residencia estudiantil del Queen's College, de Oxford, la citada Facultad de Historia, de Cambridge, fueron criticados en su día lo mismo por los tradicionalistas que por los "funcionalistas" o "modernistas" por violar ambos cánones.
Hay quienes han visto en su obra pasar del funcionalismo lecorbusiano de la tesis que presentó en la Universidad de Liverpool o el brutalismo de algunas viviendas sociales que construyó en Inglaterra, al constructivismo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Leicester o la de Historia, de Cambridge, hasta el posmodernismo de su obra última.
Algún crítico le ha calificado de "homo ludens" por haber utilizado libremente los diversos vocabularios del llamado movimiento moderno, adaptándolos a cada particular proyecto, mientras que otros le sitúan en la tradición del funcionalismo británico.
El crítico e historiador William J.R.Curtis ha señalado su afición a las referencias y citas, y señala que el propio Stirling se refirió a una de sus obras más famosas, la Neue Staatsgallerie, de Stuttgart, como "figurativa y abstracta, monumental e informal, tradicional y high tech".
Su idea, ha escrito Curtis, era crear en ese museo "un palacio del pueblo" que fuera al mismo tiempo "un supermercado para el consumo de la cultura".
El arquitecto español Rafael Moneo, como Stirling premio Pritzker de arquitectura, dijo de su colega británico que no podía pensar en ningún otro arquitecto cuya obra ilustrase tan elocuentemente todo el ciclo de la reciente arquitectura.
Pero, sirviéndose de los trabajos que se guardan en el archivo, Antony Vidler rastrea la continuidad de sus ideas y sus dibujos, basada, según explica en el libro que acompaña la exposición, en "estrategias compositivas y respuestas programáticas", pero también en "preferencias personales defendidas con obstinación".
Y si algo queda claro ya desde sus primeros proyectos, explica Vidler, es su énfasis en lo urbano, y así ya para su tesis de final de carrera no presentó un edificio aislado, sino toda una propuesta urbana para una Nueva Ciudad.
Pero además de un excelente ejecutor, Stirling está reconocido como un gran docente, primero en la Asociación de Arquitectura del Instituto de Artes Contemporáneas, de Londres, y posteriormente en la universidad estadounidense de Yale, donde enseñó a partir de 1959 e inspiró y animó a toda una generación de estudiantes a experimentar con las nuevas posibilidades de la época moderna.


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