A los 59 años, Eduardo Souto de Moura se ha convertido en un arquitecto exiliado, un emigrante laboral. A pesar del medallón de bronce del Pritzker, ha tenido que hacer las maletas para encontrar proyectos en otros países de la Europa del norte con los que reconoce que ?no tenemos nada que ver?. Souto Moura visitó Espacio Sirvent (Gran Vía 129, Vigo), donde se expone una muestra de su mobiliario.
¿Qué siente al no poder trabajar en Portugal o en España?
Siento cansancio. Tengo trabajo, pero no en mi país, tengo que trabajar mucho. Y como Portugal es un país periférico, y también vivo en una ciudad periférica, que no es Lisboa, es cansado. Pero felizmente tengo trabajo fuera, que hay muchos arquitectos que no lo tienen.
¿Por qué no tiene página web como otros arquitectos, para mostrar sus proyectos? ¿No le interesa el poder comunicador de Internet?
No, porque actualmente solo trabajo en dos proyectos, es suficiente. No quiero aumentar el estudio porque si no no controlo. Tengo 30 personas en Lisboa y Oporto y debe haber una correspondencia entre trabajo y gente. Porque ahora despedir no es decir ?tú no trabajas aquí?, ahora despedir es ?tú no trabajas más?.
¿Qué ha cambiado tras recibir el Pritzker? ¿Ha percibido una actitud distinta de quienes le encargan proyectos, mayor confianza, mayores expectativas?
Nada. Ha sido un honor. Pero significa más responsabilidad, porque la gente está más atenta y después todos los errores tienen una repercusión enorme. Si haces una casa y la cocina no funciona todos dicen ?es el Pritzker, que ha hecho una cocina que no funciona?. También tiene su contrapartida y es que ahora me invitan a concursos.
¿Por qué los arquitectos sienten la necesidad de expresar su ideario en un libro? ¿No basta con sus edificios? ¿Creen que su arquitectura no es lo suficientemente comprendida que deben explicar sus influencias?
Es un libro sobre las imágenes que tengo en mi estudio, cosas que me interesan o me gustan. Muchas veces es inconsciente, algo me gusta, me impresiona, puede ser útil, lo guardo... Escritos e imágenes que después dan un punto de vista del inconsciente. En la arquitectura hay una continuidad entre la historia y lo que se hace, que no es lineal, tiene que ver con algo del pasado.
¿Qué significa el tiempo para un arquitecto?
Es la cosa más preciosa. Se habla del arte del espacio, pero nadie sabe dibujar el espacio, se dibujan muros, materiales, las ventanas, sólidos, volúmenes... y el espacio es lo que viene después, es una consecuencia del dibujo. No hay metafísica en la arquitectura. El espacio es una metáfora del tiempo. El tiempo es lo más precioso para un arquitecto, porque una de las pocas reglas que existen en arquitectura para llegar a algo que nos satisfaga es dibujar muchas veces.
Muchos de los recortes y las imágenes u objetos incluidos en el libro, incluso un detalle de su biblioteca, tienen que ver con Mies. ¿Es una atracción formal, por su forma de abordar el espacio, por su simplicidad...? Porque la sofisticación cara de Mies no parece casar muy bien con usted.
De Mies me interesa más la actitud. Me parece un poco ridículo copiar a Mies, porque es incopiable. Me impresionó cuando era estudiante. Estábamos en la revolución, el país y la política cambió, se hablaba de hacer un país nuevo, había que construir un millón de casas, hospitales. Y había que encontrar una arquitectura; yo era joven y pensaba ?voy a trabajar en la construcción de este país y qué voy a hacer?. La difusión de las vanguardias de la arquitectura era el posmodernismo. Y me pareció que no se debía hacer medio millón de casas con frontones y columnas. Había que encontrar un nuevo lenguaje operativo, simple, basado en un sistema constructivo muy claro, en vez de divulgar todo esto del posmodernismo y la retórica narrativa. Y encontré un tío que era una referencia en la arquitectura, que explica que la arquitectura era construcción utilizando los materiales de su tiempo. Después, si me dices que tiene un rigor obsesivo, de minimalismo y tal, yo pienso que no es lo que debe ser, la gente debe vivir, pero la actitud, el rigor y el dibujo me interesan mucho. Entonces, uno de los hobbies es coleccionar libros y fotografías de Mies. También es un tipo muy contradictorio, y como es contradictorio tiene interés. Es un tío que propone casas llenas de luz y vive en una casa antigua, todo cerrado. No hace paredes y su casa está llena de paredes cubiertas de cuadros de Kandinsky, Klee, libros, discos... Y esto es uno de los temas que me interesan mucho en arquitectura, por qué los arquitectos, los artistas, pintores, escritores... son muy progresistas, fundan vanguardias y proponen cosas que después no las usan. Compré la semana pasada un libro de casas para pintores y todas eran casas antiguas, barrocas. La única casa moderna era la de Tapies hecha por Coderch, que después la abandonó y vIvía en una finca.
También llaman la atención las fotos de portaaviones. ¿Por qué esa atracción?
Son territorios artificiales. Hay situaciones en las que tú tienes que inventar una realidad diferente. Es como los templos griegos, lo haces en plataformas. Hace unos años tenía un proyecto en el desierto y utilicé la idea del portaviones, tengo que construir una plataforma, como un plato o una mesa, donde después coloco todo y es una manera actual contemporánea de construir una tierra nueva.
¿De dónde salen las pirámides truncadas del Museo Paula Rego?
No lo sé. Hay muchos críticos que dicen que es de aquí o de allá. Todos pueden tener razón. Uno cuando dibuja no tiene conciencia de lo que está haciendo. Yo hice una maqueta de un edificio dentro de un bosque, que no se veía desde fuera. Un museo que no se ve, como si le diera vergüenza, me pareció un poco extraño en una obra pública. Entonces lo pinté de rojo para que viera en medio de los árboles, porque es el color de más contraste con el verde. Y necesitaba algo vertical para sobresalir entre los árboles. Me gusta el palacio da Pena de Sintra, la chimenea del monasterio de Alcobaça, y a todo esto me recuerda.
El crematorio UItzicht, en Kortrijk (Bélgica) está enterrado, no sé si para integrarse en el lugar o para esconderlo. Pero la chimenea sobresale y es imposible evadirse de la realidad. Supongo que es un encargo delicado.
Es un tema muy interesante, porque aquí hay que inventar una tipología nueva. Para hacer una vivienda tú tienes 5.000 años de casas, desde Mesopotamia hasta ahora, y puedes ver casas de todo tipo y luego puedes decidir y hacerlas con los materiales y los sistemas constructivos de ahora. Un crematorio hay que inventarlo. ¿Y qué es un crematorio? ¿Es una iglesia? No. ¿Es una máquina para quemar cuerpos? No. ¿Es un lugar donde la gente toma cafés y se reúne? No. Hay que inventarlo. Y entonces es un lugar para reflexionar sobre la vida y la muerte. La gente se reúne, no hay nada místico, porque no es una iglesia, no hay dios, hay agnósticos, ateos, tiene que ver con todas las religiones. Lo enterré, en primer lugar, porque estaba junto a un cementerio y tenía que estar de acuerdo con ese proyecto, no quería hacer una obra de contraste. Le di continuidad, con el mismo material, el hormigón, y las mismas cotas en plataformas. Y segundo, lo quería meter mucho en la tierra, por eso hice esas rampas para acceder al interior. Y tercero, con la chimenea quise hacer una analogía con los menhires, esos monumentos del neolítico para recordar a los muertos. Y cuando uno pasa en coche por la carretera lo ve y se da cuenta hay algo ahí. No es una chimenea técnica, no sale humo, porque está prohibido.
Cuando diseña mobiliario para un proyecto en concreto, como el banco para el crematorio (una de las piezas que se exponen en Sirvent), ¿el proceso es diferente a cuando lo hace sin que esté asociado a un edificio?
La profesión de diseñador no me interesa mucho, porque pienso que ya está todo hecho. Lo hago si puedo hacer algo mejor o más bonito, que es muy difícil, o más económico, más simple. Cuando hay una situación muy específica en que yo no encuentro en el mercado lo que yo quiero, entonces redibujo. Este banco es un rediseño de un banco mío en aluminio hecho aquí en España. Yo pienso que en arquitectura hay que tener una continuidad: no quiero inventar una silla, porque están todas inventadas, pero entonces aparece un material nuevo que me puede responder a una situación diferente. Un mueble es siempre una respuesta a una situación.
Su edificio en el Campus Novartis (Basilea, Suiza) parece muy funcional e impersonal, un contenedor de laboratorios y oficinas sin alma. ¿Por qué esa asepsia?
La idea era hacer un edificio de vidrio, que se viera que era un laboratorio, por eso todas las máquinas están contra las ventanas. Es un contenedor de laboratorios, no quería decir nada más narrativo. Es un laboratorio y punto.
La reconversión de la fábrica de corcho Robinson, en Portalegre, es un ejemplo de recuperación de un entorno industrial. En Galicia hay algunos conjuntos similares. ¿Es importante preservar estos espacios?
Hay tres cosas. Primero: es importante recuperarlos porque son parte de la memoria. Segundo: tiene muchas infraestructuras que se pueden aprovechar. ¿Por qué empezar de cero si hay ya un espacio con muros? Y eso, con cuidado y con calidad, puede ser una ventaja económica. Tercero: la arquitectura industrial tiene una cualidad enorme en relación a otros edificios, porque muchas veces ha sido hecha por ingenieros que quieren dar respuesta a una función mecánica, no quieren que el edificio signifique nada, no quieren contar nada de historia, no simboliza nada. Hay una máquina, hacemos una cubierta y un muro para soportarla. Es el espacio mínimo necesario para proteger. Y esto es muy apropiado para el arte contemporáneo, los artistas quieren ambientes neutros, y por eso muchos museos son hechos en fábricas antiguas o abandonadas.
Durante este larguísimo bache social y económico que es la crisis, uno de los temas que surgieron fue una hipotética unión política de España y Portugal, como forma de reforzar el papel de esta esquina periférica. ¿Qué le parece? No parece tan descabellado: si hay fusiones de entidades bancarias y de ayuntamientos, ¿por qué no de países?
Me interesa mucho el tema, porque tengo muchos amigos en España. Pienso que una integración total es imposible, por muchos motivos: somos diferentes y la prueba es que tenemos que respetarnos más. Nosotros somos pequeños y España es un país más grande, pero puede entenderse como una federación de regiones. Aquí se hicieron unas encuestas sobre si Portugal debería integrarse en una especie de confederación ibérica y cada año el porcentaje aumenta, hasta el 40 %. Hay dos condiciones que ponen siempre los portugueses: queremos república y la capital en Lisboa, donde tenemos mar. Yo estoy un poco de acuerdo, no tengo nada contra la monarquía si es simbólica, pero creo que la república funciona mejor. No veo mal un confederación, pero hay que mantener las identidades y no solo es Portugal y España, creo que hay más relación entre Portugal y Galicia, el Algarve y Andalucía, Madrid y Cataluña.
¿Cree que España y Portugal deben luchar por preservar su independencia e identidad frente al norte de Europa, que nos trata como a apestados o PIGS?
Es un problema que no solo va a pasar con Portugal y España, también con Italia. Somos muy diferentes, yo no tengo nada que ver con un finlandés, mi teléfono es Nokia, me gusta mucho Alvar Aalto, pero no es mi tierra, no es mi cup of tea. Yo tengo dos aviones diarios para ir a Brasil y en seis horas estoy allí, donde hablo portugués y veo casas e iglesias que son parte de mi identidad. Y para llegar a Helsinki tengo que hacer cuatro horas hasta Frankfurt y luego más horas. Y llego y no entiendo nada, hace un frío de muerte... Hay una identidad que tienen Portugal y españa, y también Italia, es una forma de pensar diferente, no es esta obsesión por los números, que les quitas los números y el pueblo es infeliz. La gente del pueblo es mucho más feliz.
Quizá esto no es un enfrentamiento norte-sur, sino la evidencia del triunfo de los mercados sobre las naciones.
El capitalismo se ha desarrollado tanto que se compran países. Llega un punto que no voy a a comprar Nokia o Repsol, voy a comprar Portugal y es fácil. Portugal se resume en teléfonos, agua, electricidad... Los chinos compran las eléctricas, y ahora van a comprar la aerolínea TAP. Tenemos que defendernos, solos no podemos. Y pienso que tenemos una forma de ver el mundo, la vida, diferente de otros. En Portugal te comes un bacalao, una merluza, y sabemos que en estos momentos estamos, pero la señora Merkel está comiendo una salchicha con chucrut y tiene el banco lleno de dinero. Puedes vender 4.000 coches al día y comes la salchicha. Y esta es una opción de vida. Tenemos que proteger una calidad de vida, hay algo contra natura esta democratización. Yo tomo un café por la mañana, compro cigarrillos y el periódico y no puedo pagar lo mismo que en París, porque yo gano tres veces meno que un tío en Suiza o en Milán. Hay algo artificial que no puede ir adelante.
Fuente:http://www.lavozdegalicia.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario