Los mejores despachos de arquitectos y paisajistas del mundo presentaron sus méritos para acceder al diseño del Parque Central de Valencia. Sólo cinco de estos 36 pudieron trabajar en el proyecto, y sólo uno ha sido el vencedor. El equipo liderado por la norteamericana Kathryn Gustafson será el que plasme en el corazón de la ciudad su huella. El jurado lo eligió por unanimidad, pero de los otros diseños se extraen ideas que se verán en los parques del futuro.
Lo que queda clarísimo es que no hay zona verde que valga si no se gestiona de manera sostenible. El agua, que todos contemplan como elemento esencial, debe ser reciclada tanto para regar como para los lagos artificiales que se generen. La vegetación se adapta al clima y la producción de energía se realiza a través de fuentes renovables. La unión de estos conceptos hace que la recreación del bosque mediterráneo y de la huerta valenciana haya tenido presencia en las cinco propuestas.
También hay una nota común a todos los proyectos. La búsqueda del concepto de parque urbano. Debe atraer al ciudadano, no puede ser un lugar de paso que sólo sirva para que los niños jueguen. Ha de ser algo más, y especialmente, si como en el caso del Parque Central, se ubica en el corazón de Valencia y sobre el nodo de transportes más importante de la capital. Bajo él circularán AVE, metros, trenes de larga distancia y Cercanías.
El espacio se generará cuando las vías del tren queden soterradas; 66 hectáreas, de las que 23 quedan para el Parque Central. Por fin, Valencia cerrará la herida que el ferrocarril ha creado durante siglos y permitirá la unión de barrios históricos.
Apoyada por dos ingenierías valencianas- Nova Ingeniería y Grupotec- y Borgos Pieper, Gustafson se ha propuesto atrapar al ciudadano mediante una forma que le resultará muy familiar. Ha ideado un sistema de cuencos, que inspirado en la típica vasija de cerámica valenciana, vertebra el parque a través de caminos, muchas veces de agua, que conducen al centro. Además, ha elegido para resumir su trabajo un verso del poeta valenciano Ausiàs March, «Aigua plena de seny», que significa agua llena de conocimiento, de sentido común.
También juega mucho con la orografía. Valencia es una ciudad muy plana y por ello, se crearán elevaciones para que el visitante quiera seguir caminando para saber qué hay detrás. Los senderos llevarán a una de las once áreas diferenciadas del parque. A la huerta, al anfiteatro, a la jardín de los niños, al de los perfumes... Habrá áreas de restauración y muchas actividades.
Para la noche, Gustafson iluminará el parque con un espectacular techo de leds que distinguirá la plaza Norte y cuatro torres de 50 metros de altura que servirán para marcar los puntos cardinales del Parque Central. «Es el proyecto de mi vida. No hay un lugar en toda Europa donde se pueda realizar una transformación tan importante».
Los parques del futuro
«La participación del ciudadano en el uso diario del parque es fundamental. Los parques del siglo XXI no son contemplativos, tal y como puede estar concebido, por ejemplo, el Hyde Park», asegura Juan Añón, director general de Aicequip S.L, empresa valenciana que quedó finalista junto a Foa Foreing Office Architects,GPO Ingeniería SA y Arquitectura Agronomía SLP. Para cada proyecto hay que encontrar el «genius loci» y en este caso es la «inteligencia de la agricultura». Bautizado con 365 Parques, Añón explica que pensaron en un recinto que se transformara al compás de la naturaleza, en el que se crean eventos a partir de los cambios que se producen en la vegetación del parque. El objetivo es suplir la falta de contacto que hoy en día tiene el hombre con la naturaleza. Se convierte así en un parque «baratísimo» de gestionar. «Éramos conscientes de que arriesgábamos, pero sabemos que esta idea de parque se hará realidad».
Como «un espacio que es, a diferencia del origen de los grandes parques aristocráticos, un lugar para todos, de convivencia, de armonía», así define el arquitecto valenciano José María Tomás (Tomás Llavador Arquitectos e Ingenieros) el proyecto diseñado junto con el premio Pritzer, Richard Rogers, y con el apoyo de Gran Associates, Arup y Aminsa. Su propuesta concibe un parque preparado para albergar los usos más variados donde el agua es el elemento clave. Además, los usos y actividades aportarán ingresos a la Administración y generará agua, luz y biomasa. Es autosuficiente.
La propuesta liderada por la primera mujer que consiguió el Pritzer, Zaha Hadid, que se presentó en UTE junto a Idom Ingeniería y Arquitectura SA, manipula el agua hasta conseguir que el parque se llene de corrientes similares a los que producirían los glaciares, explica Juan Ignacio Aranguren, jefe del proyecto por parte de Zaha Hadid. Los caminos emulan los patios de tradición persa y árabe. Su configuración es sinuosa. «El proyecto es especial porque se ubica en un región donde la naturaleza es generosa, con clima suave y con un pasado histórico muy rico, factores que alimentan la creatividad».
Siguiendo esta idea, West 8, Sener y Gestec plasmaron en su diseño «la presencia de agua, árboles y flores elevadas a la máxima expresión valenciana», explica el director de la división de Sener en Valencia, José Manuel Mercado. El agua se repite como constante, en todos sus tratamientos. «El ciento por ciento del agua empleada en el parque procede del sistema de bombeos de túneles de metro actual que rodean el parque» y añade que «diseñar un parque en el corazón del Mediterráneo es un sueño para cualquier arquitecto paisajista. Al ganador le sugeriría que aproveche las bondades del clima valenciano para crear una rica botánica».
Lo que queda clarísimo es que no hay zona verde que valga si no se gestiona de manera sostenible. El agua, que todos contemplan como elemento esencial, debe ser reciclada tanto para regar como para los lagos artificiales que se generen. La vegetación se adapta al clima y la producción de energía se realiza a través de fuentes renovables. La unión de estos conceptos hace que la recreación del bosque mediterráneo y de la huerta valenciana haya tenido presencia en las cinco propuestas.
También hay una nota común a todos los proyectos. La búsqueda del concepto de parque urbano. Debe atraer al ciudadano, no puede ser un lugar de paso que sólo sirva para que los niños jueguen. Ha de ser algo más, y especialmente, si como en el caso del Parque Central, se ubica en el corazón de Valencia y sobre el nodo de transportes más importante de la capital. Bajo él circularán AVE, metros, trenes de larga distancia y Cercanías.
El espacio se generará cuando las vías del tren queden soterradas; 66 hectáreas, de las que 23 quedan para el Parque Central. Por fin, Valencia cerrará la herida que el ferrocarril ha creado durante siglos y permitirá la unión de barrios históricos.
Apoyada por dos ingenierías valencianas- Nova Ingeniería y Grupotec- y Borgos Pieper, Gustafson se ha propuesto atrapar al ciudadano mediante una forma que le resultará muy familiar. Ha ideado un sistema de cuencos, que inspirado en la típica vasija de cerámica valenciana, vertebra el parque a través de caminos, muchas veces de agua, que conducen al centro. Además, ha elegido para resumir su trabajo un verso del poeta valenciano Ausiàs March, «Aigua plena de seny», que significa agua llena de conocimiento, de sentido común.
También juega mucho con la orografía. Valencia es una ciudad muy plana y por ello, se crearán elevaciones para que el visitante quiera seguir caminando para saber qué hay detrás. Los senderos llevarán a una de las once áreas diferenciadas del parque. A la huerta, al anfiteatro, a la jardín de los niños, al de los perfumes... Habrá áreas de restauración y muchas actividades.
Para la noche, Gustafson iluminará el parque con un espectacular techo de leds que distinguirá la plaza Norte y cuatro torres de 50 metros de altura que servirán para marcar los puntos cardinales del Parque Central. «Es el proyecto de mi vida. No hay un lugar en toda Europa donde se pueda realizar una transformación tan importante».
Los parques del futuro
«La participación del ciudadano en el uso diario del parque es fundamental. Los parques del siglo XXI no son contemplativos, tal y como puede estar concebido, por ejemplo, el Hyde Park», asegura Juan Añón, director general de Aicequip S.L, empresa valenciana que quedó finalista junto a Foa Foreing Office Architects,GPO Ingeniería SA y Arquitectura Agronomía SLP. Para cada proyecto hay que encontrar el «genius loci» y en este caso es la «inteligencia de la agricultura». Bautizado con 365 Parques, Añón explica que pensaron en un recinto que se transformara al compás de la naturaleza, en el que se crean eventos a partir de los cambios que se producen en la vegetación del parque. El objetivo es suplir la falta de contacto que hoy en día tiene el hombre con la naturaleza. Se convierte así en un parque «baratísimo» de gestionar. «Éramos conscientes de que arriesgábamos, pero sabemos que esta idea de parque se hará realidad».
Como «un espacio que es, a diferencia del origen de los grandes parques aristocráticos, un lugar para todos, de convivencia, de armonía», así define el arquitecto valenciano José María Tomás (Tomás Llavador Arquitectos e Ingenieros) el proyecto diseñado junto con el premio Pritzer, Richard Rogers, y con el apoyo de Gran Associates, Arup y Aminsa. Su propuesta concibe un parque preparado para albergar los usos más variados donde el agua es el elemento clave. Además, los usos y actividades aportarán ingresos a la Administración y generará agua, luz y biomasa. Es autosuficiente.
La propuesta liderada por la primera mujer que consiguió el Pritzer, Zaha Hadid, que se presentó en UTE junto a Idom Ingeniería y Arquitectura SA, manipula el agua hasta conseguir que el parque se llene de corrientes similares a los que producirían los glaciares, explica Juan Ignacio Aranguren, jefe del proyecto por parte de Zaha Hadid. Los caminos emulan los patios de tradición persa y árabe. Su configuración es sinuosa. «El proyecto es especial porque se ubica en un región donde la naturaleza es generosa, con clima suave y con un pasado histórico muy rico, factores que alimentan la creatividad».
Siguiendo esta idea, West 8, Sener y Gestec plasmaron en su diseño «la presencia de agua, árboles y flores elevadas a la máxima expresión valenciana», explica el director de la división de Sener en Valencia, José Manuel Mercado. El agua se repite como constante, en todos sus tratamientos. «El ciento por ciento del agua empleada en el parque procede del sistema de bombeos de túneles de metro actual que rodean el parque» y añade que «diseñar un parque en el corazón del Mediterráneo es un sueño para cualquier arquitecto paisajista. Al ganador le sugeriría que aproveche las bondades del clima valenciano para crear una rica botánica».
Fuente: http://www.larazon.es
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