martes, 15 de marzo de 2011

Un libro reconstruye la arquitectura de Valladolid entre los años 1852 y 1936

Más de un millar de actuaciones arquitectónicas y urbanísticas en la ciudad de Valladolid, con las firmas de Jerónimo y Antonio Ortiz de Urbina, ha censado el historiador Francisco Javier Domínguez entre 1852 y 1936, fruto de una investigación que ha plasmado en un libro hoy presentado.
A través de esas intervenciones, en su mayor parte dentro del centro histórico, tanto el arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina como su hijo, el maestro de obras Antonio, se convirtieron "en los verdaderos creadores de la actual ciudad de Valladolid", ha manifestado el autor de esa investigación.
"Tocaron todos los palos" a través de un "eclecticismo modernista" que fundió la estética 'decó' con el expresionismo, el racionalismo y el regionalismo en numerosas obras de nueva planta o reformas, exteriores e interiores, que abarcaron desde la arquitectura civil hasta la religiosa, académica y comercial.
Así lo ha afirmado Francisco Javier Domínguez durante la presentación de su libro, "El Valladolid de los Ortiz de Urbina", editado dentro de la Colección de Publicación Municipales y que ha presentado esta mañana el alcalde de la capital, Francisco Javier León de la Riva.
El desaparecido frontón de Fiesta Alegre, el Colegio de San José, el Pasaje Gutiérrez, la Casa del Capellán en el Colegio de Nuestra Señora de Lourdes, los edificios más antiguos del Paseo de Zorrilla e incluso viviendas obreras asentadas en barriadas como Vadillos Delicias y San Andrés dan cuenta esa memoria arquitectónica.
Jerónimo Ortiz de Urbina (1824-1909), nacido en Vitoria, también contribuyó al alzado del Teatro calderón a finales del siglo XIX junto a Jerónimo de la Gándara y su etapa de esplendor como arquitecto coincidió con el ascenso y pujanza al poder económico y social de una burguesía que principalmente fraguó su fortuna con la actividad harinera.
Numerosos archivos ha consultado el autor de la investigación, entre ellos el de la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, el General de la Administración en Alcalá de Henares y principalmente el Municipal y el Provincial de Valladolid, además de varios en Francia e Italia para poner en contexto la labor de quienes "trajeron a Valladolid la modernidad arquitectónica".
Ambos Ortiz de Urbina, padre e hijo, crearon prácticamente la mitad de la ciudad entre el último tercio del siglo XIX y el primer tercio del XX, y de su versatilidad dan cuenta su incursión en la arquitectura religiosa, del ladrillo, del ocio, la periférica y la apertura de nuevas vías.
Adaptaron la estética imperante dentro de Europa en cada momento, satisficieron numerosos encargos, "grandes y pequeños", contribuyeron a la evolución urbanística de la ciudad y dejaron unos 150 "ejemplos relevantes" de esa aportación, según el historiador.
Ambos dejaron un paisaje urbano perfectamente reconocible, ha añadido.


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