miércoles, 24 de agosto de 2011

Por una arquitectura escolar sostenible

Reivindicación para lograr mejores infraestructuras educativas. Profesores, arquitectos y estudiantes se han unido para reclamar la construcción de centros escolares más eficientes y sostenibles. Ahorrar en gasto energético para dar más presupuesto al material didáctico o tener en cuenta el aspecto acústico de las aulas son algunos de los objetivos de la asociación "Gaudeamus", nacida en Benidorm, que entre otras acciones, realiza marchas para enterrar sus peticiones por toda la provincia a modo de cápsulas del tiempo, con la idea de que se abran en el año 2063.
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RAQUEL LÓPEZ Son profesores, arquitectos, estudiantes de Bachillerato y universitarios de diferentes disciplinas y defienden un objetivo en común: una "arquitectura educativa" en los centros de enseñanza, que responda a las necesidades y usos de la educación y no tenga en cuenta modas pasajeras o estilos estéticos, sino la funcionalidad, eficiencia y adecuación que debe exigírsele a un edificio creado por y para la formación.
La asociación "Gaudeamus" nació hace un año en Benidorm y su objetivo es defender una enseñanza "humanista en un entorno sostenible". Combinan ocio y divertimento con la reivindicación de aquello que consideran necesario en materia educativa, enfocando sus demandas a "una arquitectura escolar integral". Isabel Montiel, presidenta del grupo, profesora y exdirectora del IES Mediterrània de Benidorm, indicó que su pretensión es luchar contra las carencias de la Educación de una forma positiva y amena, haciendo atractiva la participación y posibilitando que la misma se pueda hacer en familia.
La idea de este proyecto surgió de lo que consideran la antítesis a sus objetivos: el instituto Mediterrània de Benidorm, inaugurado en 2007. En él se pueden comprobar los efectos colaterales de una incorrecta distribución acústica, de la ausencia de ventilación natural en aulas, aseos y cafetería, y de las pérdidas térmicas al dar muchos espacios a corredores abiertos, según el colectivo. Ejemplos, dice Montiel, hay más en la Marina Baixa, y se distinguen porque están levantados "con líneas modernas de cristales fijos donde es necesario en todo momento tener el aire acondicionado o la calefacción, en vez de permitir una ventilación natural. Al carecer de esa ventilación se gasta más energía y económicamente es inviable para la dirección, que ya hace encaje de bolillos para poder cubrir las otras necesidades educativas de los centros".
Hasta ahora, aparte de charlas y reuniones, el grupo ha organizado tres salidas para enterrar lo que ellos llaman "indicadores por una arquitectura escolar integral", que vienen a ser una especie de cápsulas del tiempo, en las que introducen sus reivindicaciones para que las generaciones futuras puedan comprobar qué es lo que pedían y si se ha cumplido algo. El año 2063, coincidiendo con el centenario del descubrimiento del Tesoro de Villena, es la fecha que han marcado para volver la vista atrás y desenterrar estas demandas que serán del pasado.
Tras largas caminatas, la última este jueves en Bolulla, dejan bajo tierra recipientes de cristal dentro de los cuales dejan sus deseos. Los lugares quedan marcados por coordenadas de GPS y por pasos a la antigua usanza. Esperan que estos mensajes para la posteridad sean encontrados por futuras generaciones para ver si triunfa la conciencia social ante la necesidad de edificar con criterios sostenibles y de uso por encima de las tendencias estéticas impuestas por modas pasajeras.
La noche del jueves, el grupo partió de la plaza de Bolulla para realizar una caminata nocturna al final de la cual se procedió a enterrar un "indicador", precisamente, con la petición de dotar de ventilación natural a los centros educativos públicos.
Efectos del "buen diseño"
La "arquitectura educativa", proyectada para su uso y no según la tendencia estética, afecta también al rendimiento de las personas y su bienestar personal en los edificios. "El diseño influye mucho, da y quita armonía... los espacios afectan a las personas, y de ahí que sea necesario distribuirlos de una forma coherente", explica Montiel. Por ello, las primeras dos salidas del grupo estuvieron dirigidas a reivindicar aspectos relacionados con la distribución de los aularios desde el aspecto acústico y de la comodidad térmica. "Las ventanas, por ejemplo, no deben estar orientadas a patios y pistas deportivas, como las aulas de música deben ubicarse en lugares en los que no interfiera el sonido de los instrumentos con el aprendizaje de otras asignaturas, porque desconcentra y molesta tanto a profesores como a estudiantes. La megafonía, también ha de ser de calidad, porque facilita una tranquilidad psicológica", recordaba la profesora.
El propósito es alzar la voz contra construcciones de difícil gestión desde el punto de vista medioambiental, económico, educativo y también psicológico, y parte del propio profesorado y alumnado, que es quien sufre en primera persona las deficiencias y consecuencias de centros poco eficientes, según declaró Montiel.
Crear un edificio piloto
La idea de promover un grupo decidido a demostrar la tesis de que los espacios llevan un currículo oculto que afecta al rendimiento de docentes y estudiantes, lleva también un objetivo concreto más allá de la concienciación social. La meta de este grupo es la construcción de un centro piloto innovador que aune proyecto arquitectónico y proyecto educativo de forma integrada y que responda así a este concepto de arquitectura adecuada para sus fines, máxime cuando es educar.
Fuente: http://www.diarioinformacion.com

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