jueves, 5 de enero de 2012

La arquitectura en los cuadros

En el protagonismo de la arquitectura en el trabajo de los artistas que confeccionan la senda de la pintura desde el Renacimiento al siglo XVIII se detiene el Museo Thyssen de Madrid con una exposición que reúne 140 cuadros –algunos inéditos hasta ahora, procedentes, entre otros prestadores, de Patrimonio Nacional–, de creadores como Duccio di Buoninsegna, Canaletto, Giovanni Paolo Panini, Tintoretto, Gaspar van Wittel, Hubert Robert o Hans Vredeman de Vries, entre otros.
La muestra, abierta hasta el próximo 22 de enero y de la que son comisarios Delfín Rodríguez y Mar Borobia, tiene las dos sedes habituales con las que cuenta el Thyssen para sus citas de gran formato: las salas del museo (Paseo del Prado, 8) y las de la Fundación Caja Madrid (Plaza de San Martín, 1).
La realidad como espacio verosímil nace en el arte también desde el frente de la fantasía. La ciudad, el palacio, la ruina o las construcciones fingidas eran el lugar de las fábulas, el territorio de las mitologías, el ensalzamiento de un sueño que venía a contar una verdad muy distinta a las verdades.
"Esta exhibición es una delicia visual y para la imaginación... Un continuo conjunto de estímulos. Aquí hay muchos tesoros que en algunos casos son poco conocidos", sostiene Guillermo Solana, responsable de la pinacoteca.
Hasta el siglo XVIII (obras que se reúnen en la Fundación Caja Madrid), la arquitectura fue esencialmente un ornamento en la pintura. Espacios que servían para hacer palanca en emociones que se escenificaban mejor desde lo construido, desde la representación de formas legendarias o imaginarias hasta la melancolía. Es a partir del principio de la Ilustración cuando la arquitectura adquiere la categoría de tema autónomo, de real...
Son los grandes artistas del siglo XVII, como Claudio de Lorena o Anibale Carraci, los que simbolizan la transición entre los paisajes con grandes elementos clásicos y las ciudades como Roma o Napoles, con piezas de Van Wittel y Codazzi, entre otros. "Es entonces cuando la pintura se abre a territorios insospechados", ataja Rodríguez. Y así fue.
Fuente:http://www.elmundo.es

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