jueves, 3 de mayo de 2012

El arquitecto de las catastrofes

El arquitecto de las catastrofes
Criado en un barrio violento de Londres, Cameron Sinclair pasó de jugar con legos a buscar soluciones arquitectónicas en zonas empobrecidas. Su organización, Arquitecture for Humanity, jugó un rol clave en la reconstrucción de Nueva Orleans, Haití y Japón. De paso por Chile, el también premio TED explica por qué acá, después del 27/F, no jugó.
 Biloxi, Mississippi, ya no parecía Biloxi tras el paso de Katrina. Cameron Sinclair llegó después del huracán con la intención de construir siete casas y seguir con los proyectos de su organización, Arquitectura para la Humanidad, en el resto del mundo. Mientras levantaba esas siete viviendas se dio cuenta de que podía actuar más rápido que el gobierno de los Estados Unidos. Y también, que no podía parar, porque la gente, desesperada de vivir en casas rodantes, le rogaba que siguiera construyendo. Sinclair no paró hasta que dejó 740 casas en Biloxi post Katrina.
"Al terminar las viviendas, el gobierno ya estaba listo para seguir con la reconstrucción. Pero mientras ellos decidían qué iban a hacer, alguien tenía que entrar y ponerse a trabajar", cuenta Sinclair.
Cuando el arquitecto y sus muchachos se fueron de Biloxi, todos los planos, las soluciones arquitectónicas, quedaron a disposición de las autoridades. Los siete modelos creados por Arquitectura para la Humanidad fueron bautizados como las "casas Biloxi" y pasaron a replicarse varias veces, como si se usara papel calco; también en Nueva Orleans, la mayor urbe afectada por Katrina. Las viviendas que iban de las tres a las cuatro habitaciones y de los dos a tres baños tuvieron un costo de entre US$ 125 mil y US$ 200 mil. El equipo de Sinclair pudo levantar el financiamiento gracias a donaciones particulares y privadas, además de fundaciones como la de la animadora Oprah Winfrey.
Un par de años más tarde, Sinclair recibió una llamada de la administración de Barack Obama. Le pidieron ser consejero de la Presidencia.
"Vengo de un lugar donde se inventaron los hooligans", le dice Sinclair a un grupo de 10 editores de Plataforma Urbana, un sitio de arquitectura chileno que en su versión en inglés, llamada ArqDaily, es el principal referente web de arquitectura a nivel mundial. Sinclair les habla esta tarde de lunes en una moderna sala de reuniones de Pedro de Valdivia Norte. El contraste con su lugar de origen es muy marcado y Sinclair, con ese notorio humor negro británico, pasaría más tarde a explicar de dónde viene exactamente.
-Crecí en Peckham, un barrio del sur de Londres, que en la noche es muy violento. Peckham me hizo perder una novia. Estaba con ella en mi casa cuando su padre la pasó a buscar en la noche. Justo cuando él se baja del auto, dos tipos se ponen a pelear a cuchillazos frente a mi puerta. Mi novia se subió al auto y no la vi más. El se lo prohibió.
Mientras afuera de su casa se vivía la violencia, Sinclair consumía sus días armando figuras con Legos. Construía calles, vecindarios enteros con los bloques de plástico. "Estaba rodeado de drogas, pero para mí, los legos eran mi droga". Esa fue su iniciación en la arquitectura.
Peckham, el barrio, le entregó el resto para transformarse en un arquitecto social. Cada vez que va a lugares donde desarrollan proyectos barriales, como Puerto Príncipe, en Haití; Fesongabang, en Camerún, o Sao Paulo, en Brasil, Sinclair dice que entiende lo que ve. "Dos o tres malas decisiones y pude haber sido uno de ellos. Cuando eres pobre, eliges entre lo malo o lo más malo. Tuve la suerte de que mi padre pasó de ser clase media-baja a clase media-alta en el transcurso a mi juventud. Eso me hizo querer ir por más".
Al buscar "Peckham" en Google, queda claro que Sinclair estuvo parado en esa delgada línea que divide al pobre perpetuo del ciudadano emergente: lo primero que aparece en la pantalla son fotos de policías, armas, gente saqueando tiendas. El barrio de Sinclair fue uno de los más violentos en los disturbios ocurridos en Londres el año pasado
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¿Por qué alguien preferiría vivir en la calle a vivir bajo un techo? Era la pregunta que se hacía Cameron Sinclair cuando viajó a Nueva York a mediados de los 90 para hacer su tesis sobre los homeless (los sin casa), luego de haber terminado sus estudios de arquitectura en la Universidad de Westminster, en Londres. Llegado a Nueva York, Sinclair se dio cuenta de que tenía que darle un ángulo antropológico a la arquitectura, romper con lo académico para llegar a las soluciones prácticas desde el núcleo de la comunidad. Así, alcanzó varias conclusiones. Una de estas fue que el 40% de los homeless tenía algún tipo de trabajo, no eran simples vagos. O que aquellos que trabajaban vivían en la calle, porque necesitaban la libertad, porque no se sentían cómodos entre cuatro paredes. O que, a pesar de que Nueva York cuenta con un sistema de refugios para personas sin hogar, a los homeless no les gustaba cumplir con horarios para acostarse y levantarse, además de tener que bañarse cada día. Lo que más le sorprendió fue el sentido de comunidad que desarrollaban entre sí. Los homeless se protegían, se ayudaban entre ellos.
Así fue como Sinclair llegó a la conclusión de que lo mejor era diseñar unidades de departamentos para ocho personas donde se pudiera emular la unidad de una familia. Aunque esas personas sólo tenían en común la experiencia de calle, tendrían que adaptarse, de manera sutil, a convivir bajo los parámetros de una familia. La única forma de hacerlo era mezclando edades en cada departamento. Que los menores tuvieran una suerte de figura paterna en los más adultos.
Aunque el proyecto ganó adeptos por la metodología usada para llegar a una solución, Sinclair asegura que se ganó detractores entre la academia. "Decían que lo que yo hacía era asistencia social y no arquitectura".
Fue el germen del trabajo con los homeless neoyorquinos, lo que lo llevó a fundar Arquitecture for Humanity hace 13 años. Sin dinero, montó una página web donde arquitectos de todo el mundo pueden colaborar en proyectos sociales. Desde la creación de la organización, el staff de arquitectos contratados fue creciendo hasta llegar a cien profesionales, mientras los voluntarios (todos arquitectos que se coordinan a través de la página web) alcanzan los seis mil. En el proceso, Sinclair pasó a ser parte de la solución en tragedias emblemáticas, como el huracán Katrina, el terremoto de Haití o el de Japón. A los proyectos sociales, como las construcciones de canchas de fútbol, escuelas y hospitales en el tercer mundo y en las barriadas de Norteamérica, Sinclair sumó la arquitectura de emergencia. De a poco, se fue convirtiendo en un arquitecto-celebridad, con perfiles en diarios como el New York Times o el Washington Post, o ganando el TED Prize, que año a año se entrega a tres conferencistas TED y que ha sido ganado por gente como Bill Clinton y Bono, vocalista de U2. TED es el ciclo global de conferencias sobre tecnología, entretención y diseño con más prestigio en el mundo. Ganar el TED Prize implica un premio de US$ 100 mil, que tienen que ser usados para "hacer del mundo un mejor lugar". Sinclair ocupó su dinero para crear un network abierto de arquitectura sustentable y de bajo costo.
En el ir y venir de Sinclair, sin embargo, él dice que se queda con momentos más mundanos. Por ejemplo, como cuando se encontró con James Cameron en el estreno de Avatar y le contó que él es pariente de Harold Bride, sobreviviente del Titanic que emitió la señal de SOS. "Fue impresionante. Bride era tío de mi abuela y James Cameron lo sabía todo sobre él, me habló 30 minutos sin parar. De no haber salido de Peckham, me habría perdido de ese tipo de encuentros".
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Esta es la tercera vez que Sinclair está en Chile y el primer contacto para venir lo hizo a través de David Assael, fundador de Plataforma Urbana, a fines de 2010. Este año, visita el país para participar como conferencista de la reunión anual de la Red de Alta Dirección de la UDD y para ver en terreno cómo quedó un pequeño centro comunitario con cancha de baby fútbol hecho en Talca. Este es el primer proyecto que Arquitecture for Humanity entrega en Chile, que, además, fue desarrollado por un voluntario chileno. El próximo mes se inicia la construcción de una segunda obra, una escuela en Lota.
- ¿Por qué tan pocos proyectos en Chile? Aquí también hubo desastre hace dos años.
Apenas supimos sobre el terremoto, empezamos a trabajar en el diseño de viviendas, escuelas, centros comunitarios. Pero al ofrecer nuestra ayuda al gobierno nos dijeron que aquí se podían arreglar entre el Estado y el empresariado. Bastante de lo que diseñamos para Chile lo terminamos adaptando para Haití, donde hemos construido tres mil casas, o para reponer barrios comerciales en Sendai, Japón. De nuestros cien arquitectos contratados, 40 trabajan en Haití y 10 en Japón. En Chile pudimos hacer mucho más, pero simplemente no hubo recepción". S
Fuente:http://diario.latercera.com

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