“La Edad Media es uno de los periodos más denostados de la historia de la humanidad, pero las catedrales góticas demuestran que era todo lo contrario”. Con esa idea en la cabeza comenzó a trabajar el catedrático de Historia Medieval y reconocido novelista, José Luis Corral, que ha reunido diez años de viajes e investigaciones en ‘El enigma de las catedrales’. Una obra en la que desvela los porqués de su construcción y recorre los mitos y misterios ocultos bajo las piedras, laberintos y vidrieras de los templos más relevantes de una época arquitectónica fascinante, convertida en objeto de culto y germen de leyendas y novelas a lo largo de la historia. “Fue un tiempo luminoso en el que los seres humanos fueron capaces de crear una catedral gótica, de aunarse más de 300 personas para organizar el trabajo en común, construirla y dotarla de una luz extraordinaria”, resume Corral.
El arte gótico es para el escritor “una de las invenciones más extraordinarias del genio universal”. Su importancia radica en varios factores, entre ellos la transformación de la arquitectura, logrando alturas imposibles hasta la fecha, o las técnicas de construcción de las vidrieras, pensadas para atrapar la luz del sol, “la luz de Dios”, y hacerla pasar a través de colores creando un efecto caleidoscópico y revolucionario. “Cuando entras en la catedral de Chartres, encuentras una luminosidad muy diferente. Se debe a que mantiene las vidrieras originales, que proporcionan una luz distinta y que a día de hoy el ser humano no ha podido reconstruir; nadie ha sido capaz de imitar la técnica de los vidrieros de los siglos XIII y XIV”. También conserva las vidrieras la catedral de León, la favorita de Corral y de la que destaca su extraordinaria unidad. “Una catedral gótica se construía normalmente a lo largo de varios siglos, incluso muchas de ellas quedaron inacabadas, como la de Barcelona, que no terminó hasta el siglo XIX y otras que todavía están por concluir. En cambio la de León tiene la capacidad de emocionar por su unidad perfecta y una proporción de armonías inimitable”.
En ese proceso, el arquitecto medieval se configuraba como un verdadero humanista, con conocimientos de filosofía, geometría, matemáticas, estética. Poseía además dotes para coordinar a un complejo grupo de 300 personas que aunaba carpinteros, vidrieros, herreros… “El equivalente a un director de planificación en una empresa, pero también de marketing, porque estas obras necesitaban mucho dinero y había que obtener rentas de la iglesia y de los mercaderes, ofreciéndoles un resultado que fuera motivo de orgullo no solo para la Iglesia sino también para los ciudadanos”.
Mujer y arte gótico
El origen de esta nueva arquitectura la sitúa el autor en un momento en el que la Iglesia medieval necesitaba un cambio de sentido, con una Roma y un Papado tremendamente corrupto y al borde de la ruptura. “A partir del siglo XII entran nuevas ideas: la idea de una nueva iglesia, sobre la religión, sobre Dios, sobre la luz y también sobre la mujer”, explica Corral, que identifica el siglo de las catedrales como “el siglo de las mujeres”. Algo que se vino abajo con el final de la época. “Las mujeres han sido orilladas de la Historia sobre todo en el siglo XIX, cuando se inventa una Edad Media diferente y un papel de la mujer en el pasado que no se corresponde con la realidad”. Corral reivindica el papel activo de las féminas en la construcción de las catedrales, que constituían hasta un 40% de la “cuadrilla” involucrada en su levantamiento. “Algunas de ellas fueron maestras que dirigían obras o jefas de un taller, también hubo otras que trabajaban como mano de obra menos cualificada: acarreaban piedras, trabajaban con el yeso, llevaban agua y usaban su fuerza como un hombre”.
Sectas y masones
La obra arroja además luz sobre los enigmas que durante siglos han planteado orígenes míticos a las catedrales góticas, describiendo relaciones con los templarios e incluso con el antiguo Egipto. “Evidentemente no es así. Es imposible una transmisión del saber antiguo al mundo gótico a través de los templarios, es imposible porque, aunque se hubiera encontrado un escrito sobre esas construcciones, el jeroglífico no se hubiera podido traducir hasta que apareció la Piedra Roseta en el siglo XIX”. Sin embargo, es innegable que la arquitectura gótica está llena de enigmas. Históricamente han despertado un gran caudal de imaginación y de ficciones, como la famosa novela ‘Nuestra Señora de París’ de Víctor Hugo. “Es en el universo literario donde se crean los mitos de la catedral gótica, como la relación con la alquimia o los secretos que las cuadrillas guardaban celosamente, pero no por razones esotéricas sino porque eran técnicas que pasaban de padre a hijo o de maestro a aprendiz como camino iniciático”.
Corral muestra en el libro muchos de sus descubrimientos, sino esotéricos, sí de carácter astronómico y astrológico. “En la catedral de Chartres me llevé una gran sorpresa por los efectos lumínicos. El secreto eran unos vidrios especiales para los que eran necesarios conocimientos astonómicos, solsticios, equinoccios…”. También desentraña el objetivo y significado de los mal llamados laberintos, una suerte de mosaicos en el suelo de algunas catedrales que se interpretaron como tales. “Son dibujos, algunos de hasta 13 metros de diámetros, que realmente conforman caminos inciáticos”. Tenían una única entrada y un único camino –lo que descarta un laberinto-, pero con decenas de recovecos que llegaban a sumar hasta 300 metros. “Ese recorrido provocaba una especie de mareo que predisponía a entrar en contacto con la divinidad lo que, sumado a la difusión de la luz de las vidrieras y los efectos luminosos que provocaban, permitían a los peregrinos entrar en trance más fácilmente”. Toda una puesta en escena que condensan siglos de sabiduría y ciencia, luchas por el triunfo de la razón sobre el dogma y de la luz sobre las tinieblas.
Fuente:http://www.diariovasco.com/
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