A pesar de que Gerrit Rietveld no es tan conocido como otros arquitectos de renombre como Mies Van der Rohe o Le Corbusier, su aportación al mundo del diseño fue muy significativa, siendo la silla roja y azul, también conocida como silla Rietveld, la obra más representativa.
La idea del arquitecto a la hora de diseñar la silla fue tratar de crear algo bello a partir de partes sencillas, todas ellas obtenidas a partir de la misma plancha de madera, aunque como él mismo reconoció más tarde, mientras la estaba diseñando, jamás pensó que podría convertirse en un icono del diseño que llegara a influenciar a la arquitectura, como así fue.
Extrapolando los principios aplicados a la silla, Rietveld diseñó la casa Schröder, que se convirtió en icono del movimiento De Stijl, al que pertenecieron artistas de la talla de Piet Mondrian y Theo van Doesburg.
Ideada y construida en 1917, la silla roja y azul supuso una revolución que aún perdura hoy en día. Rietveld la concibió como formada por tres partes bien diferenciadas: el asiento, el respaldo y la estructura, algo que se percibe a simple vista.
Como buen arquitecto, su diseño está basado en un sistema modular. En palabras del propio Rietveld:
La construcción de la silla roja y azul está basada en un módulo de diez centímetros, que corresponde con el espesor de tres raíles. La sencillez de esta construcción geométrica es tan clara que la silla se puede construir sin emplear ningún tipo de plano de trabajo.
Aunque destaca por estar pintada con colores primarios como si un cuadro tridimensional de Mondrian se tratara, es su innovadora concepción del espacio la que supuso el cambio más radical en el lenguaje del diseño de los últimos siglos.
De hecho, el diseño original no estaba pintado, sino que era todo en madera; Rietveld añadió los colores en 1923, pensando que el rojo, el amarillo y el azul eran los colores a los que eran sensibles los fotoreceptores del ojo humano.
Además de la silla roja y azul, seguro que también os sonará familiar otra creación del arquitecto: la silla zig zag. Fabricada en 1934, es si cabe un ejemplo más claro aún de la capacidad de abstracción y habilidad espacial del arquitecto.
Con tan solo cuatro planchas de cerezo convenientemente unidas es capaz de crear una silla de una belleza plástica apabullante, que se acerca mucho a lo que nuestro cerebro tiene almacenado como el concepto de silla, y probablemente ahí resida su mayor atractivo.
Si os han gustado estas dos sillas de Gerrit Rietveld, debéis saber que la distribuidora oficial es la empresa de muebles de diseño Cassina, que también tiene la licencia de algunos muebles de otros grandes diseñadores. Su precio no aparece por ningún lado, así que me temo que no estará al alcance del común de los mortales.
Fuente: http://www.decoesfera.com
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